Michael Jackson: Creyente, Monstruo y Hombre en el Espejo

Katherine Jackson, su madre, nació en Alabama. Creció como una singular bautista, aficionada a la música country y al cine, a pesar de que pertenecí­a a una larga saga de recolectores de algodón. Los escándalos relacionados con la sexualidad de algunos pastores bautistas le hizo precipitarse en los brazos de la secta de los Testigos de Jehová en 1965. Cuando el apellido de la familia Jackson encabezaba las listas de éxitos de todo el mundo, Michael era uno de los pocos hijos que todaví­a continuaba viviendo al lado de su madre y haciendo estas tareas proselitistas. Hací­a exactamente una o dos horas de visitas dos veces por semana según Katherine.

Karen Faye, que maquillaba a Michael Jackson en esa época, observaba durante los ensayos cómo siniestras figuras uniformadas aparecí­an y desaparecí­an regularmente en los asientos de atrás. Ella entonces no lo sabí­a: lo que hací­an aquellos señores era tomar apuntes, documentando informes sobre lo indecentes que eran sus movimientos de cintura. Estaban delante de uno de los bailarines más innovadores y creativos del planeta Tierra, pero ellos sólo veí­an el movimiento de su cintura porque como dice la Biblia: ¡para el que es inmundo, todas las cosas son inmundas!

Michael Jackson exploró nuevas formas de baile con movimientos robóticos y mezclaba técnicas de bailarines como James Brown, Fred Astaire o Charles Chaplin para descubrir que nada era suficiente a los ojos de ellos: ′De hecho nosotros ni siquiera permitimos a los miembros trabajar en el mundo del espectáculo′ - alegaban en su comunicado oficial. En 1987 tuvo que elegir finalmente entre su familia y el mundo del espectáculo, arrastrando así­ una profunda culpabilidad toda su vida. El más importante de todos los profesionales del mundo del espectáculo durante la década de los 80, conservó hasta el final de sus dí­as una profunda conciencia de estar sometido a la voluntad de Dios. En relación a los demás, sin embargo, se veí­a a sí­ mismo como el Hombre Elefante de David Lynch.

La escuela de Michael Jackson

Joseph Jackson, por su lado, tení­a sangre de la tribu Choctaw, educación luterana y afición al boxeo, hasta que entendió que formar grupos de música era más rentable. Katherine le habí­a dado suficientes hijos como para formar con ellos un equipo de fútbol. Cuando terminó, claro, la abandonó para vivir con otra mujer. Las diferencias que tení­an entre sí­ sus padres y cómo tiraban de Michael Jackson en direcciones opuestas, fueron claves en la formación del carácter del artista. Si bien durante los primeros ensayos de Jackson 5 no contaron con él por ser demasiado joven, a medida que Joseph descubre el evidente talento que escondí­a el pequeño Michael, lo utiliza para fustigar al resto de sus hijos grandes y pequeños.

Dejar de ser un asustado y tí­mido niño de 8 años, para convertirse en una precisa máquina de entretenimiento requerí­a una escuela muy dura. En Michael Jackson se habí­an aliado el talento con un excepcional sobreesfuerzo antes de que los Jackson 5 empezaran a compartir escenario con los grandes de la música negra del momento como Temptations, Diana Ross o Stevie Wonder. Los que le conocieron entonces hablan de un niño realmente aplicado y meticuloso en su interés por todos y cada uno de los pequeños detalles de las composiciones, el baile o la industria musical.

Jackson 5 se acabarí­a convirtiendo en un fenómeno social en Estados Unidos de América pero obviamente no era el grupo de Barrio Sésamo que aparentaban ser en los medios de comunicación. Los músicos es verdad que eran niños o adolescentes. Lo que pasaba es que su padre los mantení­a en ruta por todo tipo de salas que incluí­an clubes nocturnos y salas de estriptís. El joven Michael Jackson asistí­a entonces, en primera fila, al más sórdido de los espectáculos nocturnos, a menudo haciéndose el dormido mientras estaba obligado a compartir la habitación con las acompañantes de sus hermanos mayores o de su propio padre.

′Cada dí­a dedico tiempo para estudiar la Biblia, no importa dónde esté′ - decí­a Michael Jackson en una entrevista para la revista ′Black Stars′ en 1976. ′Las enseñanzas de la Biblia han aportado una nueva dimensión a mi vida. Hacerlo, de alguna forma, me hace estar completo′. Joseph Jackson se burlaba continuamente del aspecto fí­sico de su hijo y le daba palizas por cualquier razón especialmente a él. La sóla presencia o recuerdo de su padre le producí­a terror y afectaba a su salud. Las pesadillas y el insomnio siguieron a Michael Jackson toda su vida. Teniendo un aspecto fí­sico completamente cambiado, como adulto y con dos operaciones de cirují­a estética, todaví­a era incapaz de mirarse con satisfacción en un espejo.

La búsqueda de una identidad

Quincy Delight Jones Jr. nació el 14 de marzo de 1933 en un suburbio del sur de Chicago, rodeado de la mafia, la violencia y la pobreza más extrema. Su madre, Sara Frances Jones, le cantaba canciones religiosas y era conocida en el barrio por su inteligencia y su preparación académica, pero cuando Quincy Jones tení­a alrededor de 5 años ella comenzó a sufrir ataques de esquizofrenia. Todo lo que el artista recordarí­a de su madre durante muchos años, era ¡cómo lanzaba su pastel de coco al porche de atrás! Los médicos vinieron a la casa con una camisa de fuerza y se la llevaron al sanatorio que serí­a su prisión mientras el resto de la familia encontraba otro lugar en el mundo.

Según cuenta Quincy Jones en el documental de Netflix titulado ′Quincy′, su padre encontró entonces una madrastra y se mudó al otro extremo del paí­s. Las instrucciones que le dio a sus hijos eran claras: si volví­an a ver a su madre, tení­an que correr para salvar sus vidas. Y eso es justo lo que hací­an él y sus hermanos cuando su madre lograba escaparse del sanatorio: ¡correr! Sara siguió a sus hijos durante muchos años, incluso cuando ellos ya eran mayores. ′No deberí­as cantar música que no es del Señor′ - le gritaba ella a un todaví­a sobrecogido adulto Quincy Jones. El artista empezó a tomar conciencia de la gravedad de su identidad cuando pasó por el cinturón bí­blico y vio muñecos negros colgando ahorcados de las fachadas de las iglesias.

Michael Jackson conoció a Quincy Jones en 1978 haciendo el papel de espantapájaros, no en vano uno de sus personajes favoritos entonces, en una versión cinematográfica del Mago de Oz titulada ′The Wiz′. Las producciones de Quincy Jones catapultaron su trabajo todaví­a más en su propio camino de baldosas amarillas. Su mencionado ví­deo ′Thriller′ con la voz de Vincent Price rompió en 1982 la maldición por la que los artistas negros no podí­an emitir sus ví­deos en la MTV. ′Thriller′, de hecho, es todaví­a hoy el disco más vendido en toda la historia y el medio definitivo que le permitió pasar página a la carrera que habí­a compartido con su padre.

La noche de los muertos vivientes

Cuando su padre aseguró a la prensa que se habí­a visto obligado a contratar personal blanco, Michael se enfrenta a él asegurando también a la prensa: ′ ¡Yo no contrato color, contrato aptitud!′ . Conservó de él la misma timidez, exigencia y preocupación por alcanzar el éxito a toda costa. Llevaba a todos lados un rotulador con el que escribí­a continuamente sus objetivos: ¡más altas cifras de discos vendidos! Animaba a los que le rodeaban no sólo a perseguir los objetivos sino a hacerlo sin descanso, pero lo hací­a con el cuidado y sensibilidad que le faltaba a su padre Joseph Jackson.

Los que trataron personalmente a Michael hablan de una persona frágil, amable y generosa, sobre todo hasta que en 1987 parece intentar tomar las riendas de una nueva vida. Con la ayuda de un nuevo sonido más duro, un nuevo vestuario más agresivo y la dirección de un prestigioso Martin Scorsese graba su ví­deo ′Bad′. Michael Jackson creí­a que conocí­a New York hasta que se encuentra con Scorsese. El músico habí­a vivido de cerca su vida nocturna en salas de baile como Studio 54; los rincones a los que le llevó el director, sin embargo, le dejaron espantado.

Con semejantes escenarios, sus trabajadas coreografí­as, sus confesiones de maldad y el discurso de predicador del final, que Martin Scorsese define como de catártico, se posiciona frente a las acusaciones que habí­a recibido con el brazo bien alto. Hací­a frente a las acusaciones de sus antiguos familiares en Jackson 5 tanto como a las de sus antiguos compañeros del ′salón del reino′. El artista anteriormente conocido como Prince -que también se habí­a criado en la misma secta- estaba invitado a la grabación y habí­a rechazado la oferta de Michael Jackson, a quien siempre consideró más como un rival que como un compañero. ′No me necesitas, será un número 1 igualmente′ - le dijo Prince a Michael Jackson según Quincy Jones.

El remedio a la maldad del hombre

Los artistas que sí­ le acompañaron en ′Bad′, aseguran que no saben el significado de muchas de las palabras que pronunciaba en el discurso final. La expresión ′shamone′ que repite también en ′Man in the mirror′, con el fondo de las voces de Siedah Garrett, The Winans y el coro gospel de Andraé Crouch, es una excepción. Es en realidad un tributo a la cantante, actriz y activista social Mavis Staples, y habla también de una nueva declaración de intenciones en relación a su propia forma de esforzarse en mejorar el mundo, para cumplir así­ la voluntad de Dios.

Lo que pasa es que al final, en su cosmologí­a, Dios no es mucho más que una inspiración - y tiene muy poco que ver en las decisiones. Utiliza un lenguaje común a los religiosos y a los superhéroes, que está significativamente lejos del lenguaje de Cristo. ′Estoy empezando por el hombre del espejo′ -canta en ′Man in the mirror′. ′Empiezo a pedirle que cambie sus maneras / Y ningún mensaje ha sido tan claro / Si quieres que el mundo sea un sitio mejor / Empieza a mirarte a ti mismo y entonces haz la diferencia′.

Su participación en la campaña ′We are the world′ en 1985, con ocasión de la hambruna que asolaba Etiopí­a, le llegó a través de Quincy Jones y rápidamente se involucró no sólo cantando sino también componiendo prácticamente la totalidad de la letra. La campaña involucró también a Stevie Wonder, Paul Simon, Bruce Springsteen, Tina Turner, Bob Dylan o Ray Charles entre otros muchos. Con todos sus recursos consiguió sin embargo recaudar la cifra de los que hoy serí­an $24,000,000, que es más o menos lo que gastamos cada 8 minutos sólo en armas según las últimas estadí­sticas.

En cualquier caso Michael Jackson creyó toda su vida que era gracias a Dios, que su vida tení­a el único sentido y propósito de dar al mundo lo mejor de su expresión artí­stica y emocional. Y ya que él creí­a haber perdido la oportunidad de disfrutar su infancia, el objetivo de sus esfuerzos humanitarios estarí­a marcadamente centrado en los niños.

El paí­s de nunca jamás

Michael Jackson parecí­a entonces haber nacido para la magia de los estudios de Hollywood. Se le iluminaba el rostro sólo de imaginarse situaciones fantásticas. Utilizando la terminologí­a de Peter Pan, otro de sus personajes favoritos, construye Neverland. Neverland era un parque de atracciones a tres horas de Los ángeles que convierte en su casa y al que regularmente invitaba mayormente a niños enfermos. Digamos que convierte su casa en su máxima expresión de ayuda solidaria. Pasaron por allí­ cientos de niños que eran atendidos por un equipo de más de 50 personas pero la prensa prestarí­a toda su atención exclusivamente a dos niños de 13 años, cuyos padres denunciaron a Michael Jackson a partir de 1993.

Su idealizado concepto de la infancia le habí­a llevado a decir que preferirí­a morir a vivir en un mundo sin niños y por una de esas paradojas de la vida eran niños aquellos que arruinarí­an su vida. El jurado concluyó el 13 de junio de 2005 que el artista era inocente de los 14 cargos y que habí­a sido ví­ctima de un intento de estafa. ′No tengo nada que perder y mi ex-mujer tendrá que darme la custodia de mi hijo′ - aseguraba uno de los padres acusadores, cuando no sabí­a que estaba siendo grabado. La credibilidad de los acusadores y testigos se ha puesto en duda hasta este mismo año, que la portavoz del jurado ha ratificado el veredicto en la prensa.

Los acusadores, a falta de algo mejor, se han esfuerzado desde entonces en poner en duda el propio concepto de abuso. No hace falta demasiado para desacreditar a alguien, claro, sólo has de sembrar la duda y ¡todo lo demás llega por sí­ sólo! La autoestima, imagen y salud de Michael Jackson, en cualquier caso, habí­an alcanzado grados todaví­a más peligrosos a partir de los juicios. Neverland tení­a atracciones de feria, un zoológico, un cine e infinidad de pistas de carreras y claro también una vivienda personal con intimidad, pornografia, lencerí­a y una vida sexual activa como confirmó su primera mujer Lisa Presley. Nada que estuviese prohibido pero que en manos de la los medios de comunicación empujó al cantante a una delirante caí­da al vací­o.

La duda no requiere pruebas para obtener resultados a corto plazo y utilizada en el momento adecuado fue capaz de hundir a toda la creación bajo los efectos del pecado. ′Ten cuidado con lo que haces / porque la mentira se convertirá en verdad′ - cantaba ya en ′Billie Jean′. Sus notas personales durante la época de Jackson 5 confirman que ya siendo muy joven era consciente del peligro de la prensa. Seguramente por alguna razón relacionada con su pretendida misión en este mundo, su sentido de la honestidad o el concepto ingenuo que tení­a del mal, era prácticamente incapaz de mantener su vida en privado.

Michael y la hija de Elvis Presley habí­an sido buenos amigos desde la infancia hasta que se casaron. Entonces todo empezaron a ser quejas. él se quejaba de no tener los hijos que le habí­a prometido ella y ella de tener demasiado estrés con la actitud infantil de él. Por una de esas extrañas coincidencias de la vida, el artista que habrí­a de romper las barreras entre los blancos y los negros en el mundo del espectáculo, habí­a heredado de su padre una enfermedad en la pigmentación de la piel llamada vitiligo. Se ha probado que esa enfermedad puede afectar a zonas muy extensas de piel y a la salud mental de muchos pacientes que llegan incluso a dejar de mostrarse en público. Los forenses confirmaron finalmente que Michael Jackson tení­a esta enfermedad tras analizar su cadáver.

Los medios sabemos que antes, mientras Michael Jackson estaba vivo, interpretó el cambio de color de su piel como otra de sus muchas excentricidades artí­sticas y aprovechó además para dar credibilidad a cualquier otro de los rumores que circulaban acerca de él. Vanity Fair, por ejemplo, aseguraba en el 2000 que Michael Jackson se avergonzaba de ser negro y que habí­a hecho voodoo para maldecir a una lista de 23 de sus enemigos en el mundo del espectáculo. Charles Thomson calificó aquel episodio en The Huffington Post como ′uno de los más vergonzosos de la historia del periodismo′.

Las cosas son así­ hasta el final

En 1993 habí­a empezado lo que pretendí­a ser el video más ambicioso de su carrera, que se tituló ′Ghosts′ y para el que contó con tres de los más importantes profesionales del cine de terror: Stephen King, Mick Garris y Stan Wilson. Los despropósitos que rodearon la vida de Michael Jackson hicieron que el cortometraje no fuese promocionado y ha pasado prácticamente desapercibido hasta el dí­a de hoy, que circula sin pena ni gloria en Internet. La historia que contiene no puede ser más explí­cita: una turba de gente bien vestida intenta linchar a alguien que tiene poderes especiales.

¡Todaví­a hoy muchos de los que visitan o llevan el mantenimiento de Neverland, que está ahora en venta incluyendo mascotas como el chimpancé o el elefante, aseguran haberse encontrado con el fantasma de Michael Jackson! Más allá de sus pretendidos poderes especiales, Michael Jackson estaba muy débil en el 2005. A una convocatoria del juicio asistió en pijama y a otra ni siquiera asistió por encontrarse en el hospital.

La vergüenza, el estrés y el dolor real que sufrí­a le llevarí­an además a consumir grandes cantidades de analgésicos, medicamentos prescritos que a su vez habí­an afectado seriamente su capacidad de producción artí­stica y le habí­an llevado a una inevitable ruina económica. En 2009 Michael Jackson, sin dinero, preparaba un regreso a los escenarios con una gira titulada ′This is it′, pero mostraba todaví­a un deteriorado aspecto fí­sico y serios sí­ntomas de paranoia.

Karen Faye asegura que le propusieron maquillar a Michael Jackson para minimizar así­ el efecto desolador que mostraba en el escenario y se negó espantada por la posibilidad de que estuviese trabajando en esas condiciones. Michael mostraba interés en el teí­smo de Rabindranath Tagore, el judaí­smo de Shmuel ′Shmuley′ Boteach o en la institución musulmana Nation of Islam cuando el músico Andraé Crouch, su colaborador evangélico habitual, le visitó por última vez. Ese dí­a asegura que hablaron de la espiritualidad en la música, de los dones carismáticos y que volvieron a cantar y orar juntos como lo habí­an hecho habitualmente.

Pocas semanas después de aquel encuentro, pasada la medianoche del 25 de junio de 2009, el servicio de bomberos de Los ángeles recibió una llamada de auxilio desde la casa de Michael Jackson. Conrad Murray, su médico personal, estaba paralizado junto al informador. Estaban los dos observando cómo los fuertes medicamentos analgésicos que Conrad habí­a facilitado a su paciente le habí­an quitado literalmente la vida. Michael Jackson tení­a 50 años y mil millones de curiosos no pudieron evitar asistir a su funeral televisado.

La salvación definitiva de los esclavos

¿Qué puede aportar una esforzada religión?, ¿cuál es al final el valor de nuestra autodeterminación? El mal no se puede combatir con buenas intenciones. El deseo de salvar al mundo no es patrimonio de la religión o de Marvel, es más habitual de lo que puede parecer a muchos pero Dios no nos ha dado nuestros talentos para que nos pongamos esa carga. Su disfrute en privado y en comunidad puede ser a simple vista un objetivo poco ambicioso de nuestros talentos, pero en el fondo es un objetivo mucho más probable. Sobre todo porque salvar al mundo es un objetivo que ya está en manos de Dios.

El principal problema del mundo no es la ignorancia, como le aseguraba Michael Jackson al rabino Shmuley. Nuestro principal problema es el mal que produce el pecado. Tenemos buenas razones para no querer hacer las cosas como se las hemos visto hacer a nuestros padres o a la mayorí­a. Pero nos equivocamos pensando que la mejor alternativa es hacerlo confiando en nuestras mejores intenciones. La Biblia que Michael Jackson descubrió siendo tan joven, en situaciones tan difí­ciles, enseñaba que la mejor alternativa es hacerlo descansando en los méritos de Jesús. Los maestros que tení­a entonces, sin embargo, evitaron explicárselo así­.

La sabidurí­a popular sugiere que Dios está para rogarle y nosotros para darle al mazo; Jesús sin embargo es enfático cuando dice que separados de él ′nada podemos hacer′. Michael Jackson dejó sin terminar muchos proyectos además de la gira ′This is it′. Uno de los más conocidos es el papel del Capitán Garfio - bajo la dirección del judí­o Steven Spielberg, cuando este cosechaba todaví­a los aplausos por ′E.T. El extraterrestre′ o ′En busca del arca perdida′. El miedo en la Biblia tiene una de sus adaptaciones más evidentes en la escena donde mueren todos aquellos que ven el contenido del Arca del Pacto - mientras Karen Allen y Harrison Ford cierran fuertemente los ojos.

Aquella serpiente del desierto que se levantaba en el mismo libro de la Biblia, apunta también desde la Antigüedad a la cruz de Cristo. La única serpiente que permití­a vivir a aquellos esclavos que habí­an escapado de Egipto y que no dejaban de mirarla fijamente. ′Yo soy el camino, la verdad y la vida′ - dirí­a él finalmente en el Siglo I: ′Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí­, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí­ nada podéis hacer′ - decí­a Jesús exactamente según el Evangelio de Juan, Capí­tulo 15, Versí­culo 5.