Estudio

La fe, el esfuerzo y el maltrato de James Brown

La prensa le recuerda como el trabajador más esforzado de la industria pero su familia le recuerda más como un monstruo cruel, maltratador y explotador

La fe, el esfuerzo y el maltrato de James Brown

Modificado el 2018/01/10

La prensa sigue todavía hablando de James Brown como del trabajador más esforzado del mundo del espectáculo y de uno de los artistas afroamericanos más influyentes de todos los tiempos. Su familia y quienes trabajaban con él, sin embargo, le recuerdan más como un monstruo cruel, maltratador y explotador. Cuando murió el día de Navidad de 2006, más de treinta abogados se disputaban las pocas propiedades que este padrino del soul no había perdido durante los últimos años de su vida. Sus planes entonces eran que el rancho que le quedaba se convirtiese en un museo. Soñaba con una especie de Graceland que recordase a su persona pero hoy James Brown está enterrado como una mascota en el jardín de su hija Deanna.

El 3 de mayo de 1933 una terrible hambruna recorrí­a especialmente las zonas rurales de South Carolina. La libra de algodón habí­a bajado allí­ abruptamente de 35 a 16 centavos en 1920 y para 1934 ya se habí­an cerrado unas 20.000 escuelas. Cuando James Brown saca la cabeza del vientre de su madre es incapaz de respirar. Es gracias a que su tí­a Minnie le practicó una improvisada respiración artificial que el bebé pudo arrancar a llorar. Aquel bebé, no obstante, convertido ya en un megalómano artista, atribuí­a continuamente ese triunfo a su propia e inquebrantable determinación a superar todas las dificultades.

Joseph Brown, su padre, se aficionó pronto al juego y a golpear a su mujer Susie. Luego la amenazaba con matarla usando un cuchillo, o tirándola por una ventana si se llevaba a su hijo. ¡Habí­a tanta pobreza, tanta miseria en aquellos dí­as!′, decí­a el músico Little Richard. ′Imagino que la gente tení­a que cantar para sentir su conexión con Dios. Para alejar sus penas, escapar a sus problemas cantando, hacer más llevaderas sus cargas y el peso más ligero. Ahí­ es donde todo empezó′.

El principio de todas estas cosas

La familia Brown asistí­a entonces a la iglesia fundada en Augusta por Charles Manuel Grace, alias ′Sweet Daddy′ Grace. James Brown aprendió del profesional de lucha americana Gorgeous George y de este carismático predicador casi todo lo que necesitaba para su espectáculo. Los milagros, los manguerazos de fuego o la música atronadora para que todos diesen saltos, eran en cualquier caso dirigidos por este hombre profusamente adornado, con coloridos lazos pintados a mano, botones brillantes y una auténtica capa.

Aseguraba que en una noche habí­a acabado él solo con la guerra en Japón. ′Salvation is by Grace only′ - decí­a siempre el predicador. Grace enseñaba también que Dios solo utilizaba a una persona a la vez en cada momento histórico. Lo habí­a hecho antes con Noé, Moisés o Jesús pero ahora habí­a elegido a Grace. Decí­a también que le habí­a dado unas vacaciones a Dios, por lo que no era necesario que se preocupasen por él. Si pecaban contra Dios, Grace podí­a perdonarles; si pecaban contra Grace, que era su elegido, entonces iban a tener problemas.

James Brown tení­a 4 o 5 años cuando su madre finalmente decide empezar a trabajar como costurera en Brooklyn, New York. Su padre, que tanto apego aseguraba tener por su hijo, deja entonces a James Brown al cuidado de su tí­a Honey, que regentaba un prostí­bulo en Augusta. Tener un pie en la iglesia y otro en el prostí­bulo, le permitió reconocer otros rostros como el suyo, comunes a los dos locales.

En busca del dinero rápido

Habí­a entonces una extraña liberalidad por parte del gobierno en relación a los prostí­bulos en los Estados Unidos de América. Grace Peixoto, por ejemplo, regentaba uno de los más lujosos en South Carolina. Su padre habí­a servido en las sinagogas de St. Thomas o Charleston y cuando ella misma muere, la procesión de su funeral se convierte en la segunda más larga de la historia de Charleston. Los hombres, eso sí­, enviaban para honrarla carros vací­os que les permití­an mantener el anonimato. La prostitución no estaba tan profesionalizada entonces y, para muchas mujeres relegadas a ser amas de casa, constituí­a una manera de obtener dinero de forma rápida.

El pequeño James Brown también aprovechó el prostí­bulo para ganar algo de dinero. Los prostí­bulos eran lugares apropiados para escuchar blues y él mismo bailaba para los soldados que paraban en su camino hacia el frente. Lo hací­a a cambio de unas monedas. Con el tiempo también participó en peleas con los ojos vendados y un brazo atado, que era uno de los siniestros juegos que divertí­an entonces a los blancos. James Brown no tarda en empezar a cometer pequeños robos y con 14 años es encerrado por primera vez en prisión, donde se dedica a dirigir el coro de gospel.

No fue el único claro. Estando en prisión harí­an lo mismo con el gospel otros músicos como Billy Preston. Bobby Birds por ejemplo hací­a trabajos sociales cuando conoció en prisión a James Brown. La acomodada familia Birds mostró interés en ayudar al amigo de sus hijos y colaboró para asegurarle un trabajo y un asiento en la iglesia fuera de prisión. Durante mucho tiempo estos jóvenes músicos, incluyendo a otro expresidiario músico de gospel llamado Johnny Terry, se escondí­an para tocar rhythm n blues los sábados por la noche y estar preparados los domingos por la mañana para tocar música gospel en la iglesia. Lo hicieron hasta que, siguiendo la estela de su vecino Little Richard, consiguieron notoriedad como The Famous Flames en 1955.

Una vida marcada por los contrastes

Muchos músicos como Chuck Berry, Jerry Lee Lewis o Elvis Presley empezaron su carrera en los asientos de una iglesia, pero ninguno de ellos llevó esa influencia tan lejos como Little Richard. Su madre era fiel a la iglesia bautista ′New Hope′ y su propio padre era diácono, al mismo tiempo que fabricaba alcohol ilegalmente y regentaba el club nocturno Tip In Inn.

Toda su infancia estuvo marcada por sus visitas a la iglesia y músicos gospel como Brother Joe May, pero no es hasta 1957 que experimentó lo que él identificaba como una conversión. En octubre de 1957 estaba en lo más alto de su carrera cosechando el éxito de su célebre sencillo ′Tutti Frutti′, cuando vió desde la ventanilla de su avión a unos ángeles que lo sostení­an. Interpretó aquello como una señal de Dios para que dejara su agitada vida y en respuesta se dedicó durante cinco años a cantar música gospel y a estudiar la Biblia en Alabama.

En 1962, sin embargo, volvió al mundo del espectáculo tal y como lo habí­a conocido antes, para seguir una vida marcada por los contrastes más abruptos. Fue el primer músico negro en utilizar luces de colores en sus actuaciones y su reconocible atracción por los llamativos adornos fue clave en los primeros pasos de James Brown. Little Richard prometió a su madre en 1984 que guardarí­a la fe en su ausencia y todaví­a en 2017 seguí­a pidiendo volver a empezar siendo bautizado - está vez como adventista.

El éxito resultado de saber a quien imitar

¿Cuánto hay de verdad en lo que nos rodea? Nuestra sombra puede ser más alargada o más contrastada dependiendo del foco de luz que la produce. Si hay varios focos encendidos al mismo tiempo difí­cilmente encontraremos que una sombra coincide con las otras incluso siendo nosotros los mismos. Si para colmo usamos exagerados disfraces, podemos quedarnos tranquilos de que nadie va a reconocernos por nuestra sombra. O ¿quizás eso no sea del todo cierto? Quizás no podamos quedarnos tan tranquilos después de todo.

Cuando todaví­a soñaba con parecerse a Little Richard, James Brown fue contratado como sustituto, para simular ser él, durante una serie de actuaciones. El promotor estaba seguro de que la audiencia no notarí­a la diferencia. Al fin y al cabo no habí­a Internet y circulaban todaví­a muy pocas fotografí­as de los músicos. Se equivocó e hizo el ridí­culo. James Brown estaba obsesionado con las apariencias y no iba a conformarse con ser una copia falsa de Little Richard.

Aseguraba que lo más importante son los dientes y el pelo, que siempre se esforzaba en alisarlo como el de un blanco. Pagaba grandes cantidades de dinero a profesionales de las relaciones públicas como el pastor bautista Al Sharpton, para que le trataran como si fuese Dios. ′Cuando conocí­ a James Brown pensé que habí­a conocido a Dios′ - aseguraba literalmente, aquel que habí­a sido ordenado como pastor en Brooklyn ya con nueve años. ′Te haré más grande que los grandes, sólo tienes que hacer lo que te diga. ¿Podrás hacerlo?′ - le preguntó entonces James Brown.

James pagaba a un ejército de músicos, bailarines y todo tipo de empleados como Roosevelt Royce Johnson, que le aportaba cierta credibilidad durante la gira. Danny Ray, por ejemplo, tení­a la tarea de maestro de ceremonias y un papel muy simbólico en el momento en el que cada noche cubrí­a con su capa a un destrozado James Brown. El primero de sus muchos discos de Navidad, por ejemplo, se lo habí­a robado integramente a su colaborador Nat Jones. El artista llevaba siempre su arma a mano y aseguraba a todos que si no le daban lo que querí­a lo tomarí­a igualmente, pero para alcanzar su primer éxito se habí­a ayudado claro de una súplica: el siempre dramático ′Please, please, please′.

El éxito resultado de saber a quien desobedecer

La puesta en escena de James Brown estaba premeditada hasta en los más pequeños detalles. Mick Jagger de The Rolling Stones iba a sus actuaciones para coger apuntes y copiar todo lo que pudiese, así­ lo confiesa él mismo en el reciente documental de HBO ′Mr. Dynamite′. No en vano varias generaciones de músicos como Prince , Public Enemy o Kanye West le han usado como modelo principal. Si alguien ha llegado a creer que sus problemas personales han afectado negativamente a su impacto en la industria, deberí­a considerar esto: Ed Sheeran, Kendrick Lamar y Drake, que son justamente los tres artistas que más discos han vendido en 2017 según la lista de Mediatraffic, rinden tributo y utilizan literalmente las melodí­as de James Brown como patrones o samples en sus propias canciones.

James Brown fue pionero abriendo el camino que permitirí­a a los músicos negros tener el control sobre su obra. Cuando su discográfica King Records se habí­a negado a grabar ′Live at the Apollo′, por ejemplo, utilizó para ello su propio dinero. El resultado llegó a incluir los más terribles errores de producción y sin embargo se mantuvo 66 semanas en las listas de éxitos de música pop. James Brown vendí­a entonces tantas copias que las tiendas se quedaban sin existencias en plena campaña. ′He sido elegido por Dios para ir por todo el mundo como uno de los cinco más importantes′ - aseguraba a la CBN. ′El 8% por ciento de la música de hoy dí­a tiene el estilo de James Brown, que es algo que no se puede decir de Mozart o Beethoven. Esa ha sido una realidad desde que nací­ pero practicar y orar también ha sido importante.′

′Me doy cuenta de que la popularidad viene de Dios, yo oro tres o cuatro veces al dí­a′ -decí­a también a la CBN. Podrí­a decirse como el refrán que él era de los que ′a Dios rogando y con el mazo dando′. Lo que no queda claro es que supiese bien dónde dar con el mazo. James Brown trataba mal a sus músicos pero según ellos reservaba el peor trato para las mujeres. Culpaba a su madre por haberlo abandonado, culpaba a la escuela por las dificultades económicas por las que pasó y culpaba a su padre por haberle enseñado a pegar a las mujeres. Así­, al final, podí­a estar tranquilo de no tener que cargar con ninguna culpa.

El evangelio según James Brown

Hay biografí­as para todos los gustos, empezando por las que él escribió sobre sí­ mismo como es el caso de ′I Feel Good′. El novelista James McBride califica al artista de ′sensible, amable y leal′ en su reciente libro ′Kill ′Em and Leave′, que es justo lo opuesto que sostiene en ′Cold Sweat′ su hija Yanna Brown. A mi me ha gustado particularmente ′Black & Proud: The Life of James Brown′ de Geoff Brown. Su autor ha escrito y editado durante más de 30 años en revistas especializadas como Melody Maker, Black Music o Mojo y es un reconocido amante del momento y las músicas que le tocaron vivir a James Brown.

Ciertamente los logros de su carrera profesional parecen sobrehumanos. Nada hací­a suponer que un negro pobre, bajito y feo como James Brown podrí­a llegar a tanta gente de su época, pero eso es precisamente lo que quiso la providencia. James Brown ganó gran parte del aprecio del público negro cuando en 1969 apoyó muy activamente la oposición a la candidatura de Richard Nixon. Al menos hasta que perdió las elecciones, momento en el que empezó a apoyar al ganador. De hecho empezó a hacerlo en la propia inauguración de la presidencia de Nixon, alegando sencillamente que era ′lo mejor que podí­a hacer′.

El documental de la HBO reproduce una grabación de Richard Nixon previa a la visita de James Brown, en la que se lamenta una y otra vez de tener que tratar más temas relacionados con los negros. ′Más asuntos de negros no, ¿es necesario que le vea?′ - se quejaba molesto Nixon, sin saber que estaba siendo grabado. James Brown, por su parte, le dio mucha importancia a aquella reunión. Dejó de hecho de pagar impuestos confiado en el comentario del presidente que le identificaba a él como ′un tesoro nacional′. Todaví­a cuando le detuvieron para volver a encerrarlo en prisión, se extrañaba de que el presidente no hubiese venido a aclararlo todo.

La sonrisa de Dios

En 1991 James Brown trataba otra vez de evitar la cárcel, donde habí­a sido sentenciado a permanecer seis años por un asalto armado en su propia oficina y por resistir después a la autoridad en una larga persecución que le llevarí­a a cruzar dos estados. Según el informe del FBI la policí­a le disparó al final veintitrés veces en las ruedas y el depósito de gasolina antes de romperle el cristal y los dientes con un rifle.

James Brown solí­a esquivar sus responsabilidades con una sonrisa y desde la cárcel quiso hacerlo de forma especial promocionando su versión del himno ′God has smiled on me′ - que significa algo así­ como ′Dios me ha mostrado su sonrisa′. Con 55 años aseguraba a la revista JET que dirigí­a el coro gospel cada domingo que pasaba en prisión y que querí­a grabar un disco de gospel titulado ′The Gospel According to James Brown′.

El disco completo no llegó a publicarse pero según el adelanto que hizo de él James Brown iba a ser la envidia de Mozart, Bach y Brahms. Al Sharpton, el mencionado pastor bautista que habí­a sido contratado por James Brown, certificó que ′salvo por Nelson Mandela, ¡James Brown era la única persona que habí­a sufrido injustamente!′. Y para terminar añade una pequeña predicación, donde básicamente asegura que todo lo que tenemos que hacer es intentar hacerlo lo mejor posible. Como si la salvación no fuese sino una extensión de uno mismo o una mera manualidad para terminar en casa.

Las verdaderas buenas noticias de Jesucristo

¿No es acaso eso lo que se ha hecho desde el principio de los tiempos? ¿acaso han servido de mucho las buenas intenciones de los seres humanos? No hay ningún factor diferenciador en las buenas intenciones, ninguna novedad en la que podamos poner nuestras esperanzas de un futuro mejor. Jesús decí­a que separados de él no podemos hacer nada; y desde que el hombre es expulsado del Edén, lo que estamos precisamente es separados de Dios.

El hombre se auto engaña y engaña a los demás desde el principio tal y como lo ve hacer a Satanás. Se encuentra encerrado en un cí­rculo vicioso como el que tan acertadamente describe el ateo Yosi del grupo de rock Los Suaves: ′Lo que haces no tiene mucho que ver con lo que el corazón exige / Lo que el corazón exige no tiene mucho que ver con lo que te piden / Lo que te piden no tiene mucho que ver con lo que quieres / Lo que quieres no tiene mucho que ver con lo que eres / Lo que eres no tiene mucho que ver con lo que piensas / Por eso es tan triste la vida / Morir del trabajo o de otra cosa viene a ser lo mismo / Cambian los tiempos pero el hombre no cambiará jamás′.

El hombre tiene un problema suficientemente grande como para que sea necesario un milagro. Apenas hay dos milagros iguales en la Biblia y uno podrí­a fácilmente suponer al leerla que para salvar al hombre Dios podrí­a haber elegido cualquier tipo de prodigio. Quiso, sin embargo , elegir el camino más costoso para él. En un mundo donde todo lo que parece tener algún valor tiene que estar a un click de distancia, nos cuesta creer que Dios quisiera sacrificar a su propio hijo Jesús para salvar a alguien en un mundo como este. Dios no es como nosotros. Dios también levantó a su hijo Jesús al tercer dí­a para darle toda la autoridad y gloria. Y para que todo aquel que crea en él sea salvo. Este es el verdadero evangelio, las buenas noticias y la verdadera sonrisa de Dios, que no deberí­a pasar desapercibida para ninguno de nosotros.


Estudio escrito en Barcelona por el .


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