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Muere Julian Robertson, inversionista que manejó 22.000 millones de dólares y luego perdió casi todo en 18 meses

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Falleció este martes a los 90 años debido a complicaciones cardíacas.
Muere Julian Robertson, inversionista que manejó 22.000 millones de dólares y luego perdió casi todo en 18 meses

El multimillonario inversionista estadounidense Julian Robertson ha fallecido este martes en su casa en Manhattan, Nueva York, a los 90 años. Su portavoz, Fraser Seitel, dijo que murió por complicaciones cardíacas, recoge Bloomberg.

Nacido en Carolina del Norte, Robertson empezó su carrera como corredor de bolsa en la compañía de inversión Kidder, Peabody & Co en 1957. Estuvo casi 20 años, llegando al cargo de director ejecutivo de Webster Management, la unidad de asesoría de inversiones de Kidder. En 1978 decidió abandonar la firma.

¿Cómo hizo funcionar su empresa?

Ya en 1980, cuando tenía 48 años, Robertson decidió montar su propia empresa: Tiger Management, que llegó a estar entre los fondos de cobertura más grandes y exitosos del mundo. A mediados de 1998, los activos de la compañía se habían disparado, rondando los 22.000 millones de dólares

El periodista Sebastian Mallaby escribió, en su libro 'Más dinero que Dios', que para mantener a su personal operando al máximo rendimiento, al empresario le gustaba contratar a atletas universitarios que tuviesen espíritu competitivo, organizar caminatas para los empleados e incluso tenía un entrenador en la oficina para animar a los trabajadores a hacer ejercicio, recoge Reuters.

En paralelo, las personas que trabajaron con él, revelaron que los propios instintos de Robertson sobre el comercio jugaban un rol fundamental en el desarrollo de los negocios. El corazón de su estrategia consistía en intentar eliminar el riesgo de oscilaciones generales del mercado vendiendo acciones 'en corto', una forma de ganar dinero con títulos cuyo precio estaba cayendo: un inversionista toma prestada una acción, la vende y luego la vuelve a comprar para devolvérsela al prestamista, obteniendo generalmente beneficios.

"Nuestro mandato es encontrar las 200 mejores empresas del mundo e invertir en ellas y encontrar las 200 peores empresas del mundo y 'ponernos cortos' con ellas", explicaba. "Si a los 200 mejores no les va mejor que a los 200 peores, probablemente se debería estar en otro negocio", decía el magnate, citado por The New York Times.

Al mismo tiempo, también apostó por las materias primas, y en un momento dado, se llegó a decir que su compañía controlaba la producción de casi un año del suministro mundial de paladio. Sus grandes habilidades comerciales e inversionistas dieron sus frutos, y desde el año de su fundación, hasta 1998, Tiger Management produjo un rendimiento anual promedio del 31,7%, una cifra bastante significativa en comparación con otras firmas similares.

Asimismo, Robertson también se desempeñó como mentor para toda una generación de destacados gerentes, conocidos como 'Tiger Cubs,' que posteriormente pasaron a fundar sus propios fondos de cobertura. Para el 2008, unos 36 exempleados habían creado sus propias compañías, llegando a administrar hasta 100.000 millones de dólares en activos.

Pérdida de su fortuna en 18 meses

En 1998, una apuesta equivocada sobre el yen japonés ahuyentó a los inversores de Tiger. Un año más tarde, la compañía sufrió una pérdida de dos dígitos y en el 2000, Robertson anunció el cierre de sus 6 fondos, debido a que los activos pasaron a reducirse de 21.000 millones a 6.000 millones en tan solo 18 meses por pérdidas y retiradas masivas de los inversionistas.

"No tiene sentido someter a nuestros inversores a riesgos en un mercado que, francamente, no entiendo", escribió el magnate en una carta dirigida a los inversores en aquel entonces. "Hemos visto períodos maníacos como este antes y sigo confiando en que, a pesar de la desaprobación actual en la que se encuentra, la inversión en valor siga siendo el mejor camino", concluyó. 

Robertson tenía un patrimonio neto de 4.800 millones de dólares, según Forbes, y continuó administrando su propia fortuna hasta los 80 años. A lo largo de su vida, el empresario llegó a hacer donaciones que rondaron los 2.000 millones de dólares, cuyas finalidades variaban desde la educación hasta la investigación médica.

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