Guillermo Roux: “Un artista debe ser narcisista”

Guillermo Roux: “Un artista debe ser narcisista”

Aunque se resistía a definirse como artista, fue uno de los mayores que ha dado nuestro país. Murió el domingo pasado. Lo entrevistamos en 2015. Repasó aspectos de su obra, géneros, estilos, referentes. Reflexionó, además, sobre la muerte, el ego y el sentido del arte. “Su misión -decía- es abrir puertas”.

Guillermo Roux: “Un artista debe ser narcisista”
05 Diciembre 2021

Por Asher Benatar

PARA LA GACETA - BUENOS AIRES

- Los literatos hablan del terror de la página en blanco. ¿Te ocurre lo mismo con la tela en blanco?

- No, no es la página en blanco, es el camino a seguir. Mis estados de ánimo son muy variados. Puedo levantarme por la mañana muy deprimido y a la tarde mi forma de sentir es pura sensualidad.

- ¿De ahí vienen tus cambios de estilo? Porque te aclaro que a mí me desconciertan.

- Me desconciertan a mí. Yo creo que eso tiene que ver con la edad,  tengo 85 y me enfrento con la noción de los años que me quedan, que espero sean muchos. Pero uno advierte que los tiempos se acortan y transcurren con una velocidad notable. Puedo decirte, entonces, que la tela en blanco produce la angustia de darle sentido a ese blanco. En realidad, es un reflejo de los años transcurridos. En síntesis, de la vejez.

- ¿Qué opinás de la vejez?

- Lo mismo que Quino: que no tiene nada de atractivo, que es una mierda.

- Después de esta opinión tan positiva, te pregunto: cuando te acercás al caballete, ¿tenés una idea acerca de los materiales que vas a usar?

- Sí, porque siento inclinación por los materiales que tengan relación con el agua.

- ¿Entonces el óleo, verboten?

- No, el agua también puede intervenir con el óleo. Tenemos, por ejemplo, a la acuarela.

- La acuarela, ¿no es un elemento injustamente olvidado?

- Con toda seguridad. Eso es porque se considera que la témpera es para hacer bocetos, el óleo para trabajos “serios”. Me parece un disparate.

- ¿Qué sentís cuando ves historietas?

- Me encantan. Puede decirse que yo soy un hijo de la historieta. Mi padre, Raúl Roux. era un historietista muy destacado, y yo me crié en un medio que era frecuentado por los más grandes historietistas del momento. Conocí a Breccia, a José Luis Salinas. Crecí viéndolos, en algunos casos viéndolos dibujar. En aquella época, no se valoraba la historieta. Se la consideraba una (vacila buscando la palabra exacta) habilidad, y al dibujante se lo calificaba como un habilidoso.

Guillermo Roux: “Un artista debe ser narcisista”

A los artistas “serios” se los consideraba, los otros eran obreros, trabajadores. Y el concepto no estaba equivocado porque esas personas trabajaban “por la diaria”, tenían que dibujar todos los días. Cobraban por “cuadrito” y había que estar ocho, nueve, diez  horas por jornada, algo muy duro. Y no se podía macanear porque los editores sabían mucho de dibujo.

- ¿Dante Quinterno sabía mucho de dibujo?

- Muchísimo, de la misma manera que Guillermo Divito. Eran grandes dibujantes formados en el tablero, en la lucha diaria. Así que yo me crié en un ambiente donde el trabajo era fundamental. Y me acostumbré. Por eso yo no hablo de la palabra arte. Por eso yo no me refiero a lo que hago como “obras”, sino como trabajos. Las obras ya se hicieron y por gente que sabía hacer obras. Y se mantienen vigentes.

- Eso me hace acordar a lo que decía Clorindo Testa. Los edificios hay que juzgarlos después de un tiempo considerable. Diez años.

- Exactamente, hay que ver si resisten, tanto desde el  punto de vista de la sustentabilidad como de la estética. Recién en ese momento se podrá hablar de ellas como obras. Hasta tanto, son trabajos.

- ¿Qué opinás de Rauschenberg? Las telas totalmente blancas o totalmente negras, ¿qué te hacen pensar? ¿Es una humorada, una tomadura de pelo?

- Conozco mucho la obra de Rauschenberg  y encuentro que es muy valiosa. En sus telas está el humor, la caricatura, la ironía, está una representación del momento que este artista vive. Lo considero un relator del mundo que vivió, utilizando para ello a la pintura. Es complejísimo, y al mismo tiempo tiene en el color todo aquello que tiene que tener la pintura. Además de profundidad, claro.

- ¿Y cuál es tu opinión sobre Liechtenstein?

- Utiliza el off set como el que conocí hace muchos años. No sé si con los adelantos será igual, si tendrá los puntitos, digo, porque con las modificaciones que traen los progresos todo parece modificarse. Liechtenstein llevaba esos puntitos a su pintura. Los hacía a mano. El que inventó la introducción del off set (o de un concepto parecido) a la pintura fue Seurat, el puntillista. Era una enorme cantidad de puntos que, desde lejos, daba un sello figurativo. Era off set, por lo cual este método de impresión nació con los impresionistas.

- ¿Sigue teniendo vigencia el pop-art?

- Te diría que pop-art ha habido en todas las épocas, porque, y el nombre te lo dice, es arte popular. Estaba también el arte serio, pero el arte popular existió siempre. En el Renacimiento, por ejemplo.

- Entonces, según tu opinión, el arte rupestre era pop-art.

- Sin duda alguna. El hombre de las cavernas volcaba sus inquietudes pintando las paredes de su hábitat. En Bizancio, los mosaicos  en los que te cuentan la Biblia, ¿no son acaso  expresiones de arte popular? Ahí hay de todo, hasta historietas.  Porque vos ves una historia seriada, pongamos un martirio. Pasó tal cosa, después tal otra y después la de más allá. Con textos. Contado en mosaico, con continuidad.  Era una forma de comunicación. Hoy la vemos y apreciamos su belleza, pero es posible que el aspecto estético pasara inadvertido para el pueblo de aquellos tiempos. La Iglesia lo utilizaba para enseñar su doctrina, para llegar al pueblo, a la feligresía, en forma didáctica. Yo creo que en el medioevo el pop-art estaba a pleno. Ocurre que en aquella época no existía la especulación financiera que tenemos que soportar ahora.

- ¿Qué opinión te merece el arte digital?

- Por lo que he podido ver es un medio, tal como lo es el pincel o el lápiz o cualquier otro elemento que sirva para comunicar un lenguaje visual, pero yo entiendo que para obtener el mejor de los resultados, es conveniente tener una base de composición y de color. Si el que realiza arte digital tiene una formación, me parece un género extraordinario. Caso contrario, lo considero un arte muerto.

- ¿Creés que la pintura debe reflejar una realidad?

- Primero, entiendo que la pintura no debe hacer nada, pero sí reflejar el momento en que se vive. Tomemos un caso raro: pintar un hada. Nadie pinta hadas ahora, pero si ocurriera, no sería lo mismo la visión que mostraría de ella un inglés, que un argentino o un brasileño.

- Si la pintura puede reflejar la actualidad, ¿por qué no se ha metido de lleno a denunciar las aberraciones de la última dictadura argentina, como sí lo hicieron el cine, la literatura y el teatro? Podría mencionarse a Carlos Alonso; pero referente al colectivo, muy poco.

- Carlos Alonso es un ejemplo de una actividad artística guiada por su repentino infortunio (*). Todas las características de su pintura responden a circunstancias propias e intransferibles. La obra de Carlos Alonso ocupa en el arte argentino un lugar privilegiado. Berni, Spilimbergo y otros han mostrado la miseria y la dictadura, pero en el caso de Alonso se da algo especial.  

- ¿Qué diferencia encontrás entre Sin pan y sin trabajo (**)  y la obra del grupo Espartaco?

- Sin pan y sin trabajo es una obra extraordinaria, que inclusive ha merecido versiones de otros artistas, entre los cuales se cuenta Alonso. En cuanto a Espartaco, no es poca cosa lo realizado por ellos. Carpani, Sanchez, Butte y otros muestran personalidad y coherencia con sus convicciones sociales.

- ¿Cuáles son las escuelas que desde siempre han influido en la pintura argentina?

- Primero, París. Actualmente los Estados Unidos. Es sintomático advertir cómo ejerce influencia la situación política, económica o artística en los plásticos argentinos.

- ¿Cuál es el próximo espejo a mirarse?

- Supongo que China.

- ¿Qué grado de ego tenés?

- El suficiente como para hacer lo que hago. No creo que haya en el mundo un trabajador del arte (¿viste que eludí la palabra artista?) que no tenga desarrollado un ego muy marcado.

- No creés que hay pose, o por lo menos algo deliberado en la actitud narcisista?

- Puede haber algo de eso, pero en casos muy aislados. Borges, por ejemplo. Pero es tan talentoso y divertido.

- ¿No incluye autoritarismo la posición narcisista?

- Sí, tal vez, pero el narcisista actúa con naturalidad. Considera que todos deben coincidir con su visión del mundo porque el mundo es visto por él de tal forma. Yo considero  que todo artista está obligado a ser narcisista. Inclusive debería figurar en la constitución. Lo importante es que el ego, por acción del arte, transforme esa visión particular en universal.

- ¿Es meterse en honduras preguntarse cuál es la misión del arte y si vale la pena?

- No, para nada. La misión del arte es abrir puertas, las puertas de la sensibilidad, la del enriquecimiento espiritual. Al salir del teatro después de haber escuchado una sinfonía de Beethoven o La pasión según San Mateo, yo salgo cambiado, el arte me ha modificado, soy otra persona. Y entiendo que vale la pena, tanto para el que lo realiza como para el que lo recibe. Un artista debe ser narcisista.

- ¿Da sentido a la existencia?

- Claro que da sentido, aun considerando la posibilidad de que la existencia no exista. La importancia del planeta Tierra y la de quienes accidentalmente lo habitamos es tan ínfima que muchas cosas que nos son naturales o cotidianas, después de analizarlas, devienen ridículas. La vida yo la divido en tres actos. Nosotros llevamos a cabo el segundo, tal vez el más aburrido, el más tonto. El primero no lo conocemos;  ¿quién tiene memoria de las eras anteriores?  Y el tercero es la muerte. Yo a veces pienso que la muerte no existe y que la vida es un juego. Por momentos tedioso, por momentos divertido. Pintamos,  hacemos música, nos enamoramos, sufrimos. Son juegos. Y que los jugamos muy mal.

© LA GACETA

Asher Benatar - Literato, dramaturgo, ensayista artista plástico, premiado en todos esos géneros.

Notas:

* La dictadura hizo desaparecer a la hija del pintor Carlos Alonso, quien desde ese momento desarrolló su arte en forma especial.

** Sin pan y sin trabajo, la célebre pintura de Ernesto de la Cárcova, pertenece al Museo Nacional de Bellas Artes.

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