Reseña

Bob Dylan y Penélope Cruz en Masked and Anonymous

Esa leyenda viviente de la música que es todavía Bob Dylan vuelve al cine con una historia escrita y protagonizada por él mismo titulada Masked and Anonymous

Bob Dylan y Penélope Cruz en Masked and Anonymous

Modificado el 2005/08/04

Esa leyenda viviente de la música que es todavía Bob Dylan vuelve al cine con una historia escrita y protagonizada por él mismo, junto a un director debutante, Larry Charles. En Anónimos el cantante nos presenta una vez más un universo apocalíptico en el que su silenciosa figura se enfrenta a la religiosidad de una Penélope Cruz, que es pagana hasta en el nombre, ya que se llama Pagan Lace. Una cinta sólo recomendable para fanáticos de Dylan, pero que sigue despertando preguntas sobre la fe que todavía parece profesar el genial judío de Minnesota tras su sorprendente conversión al cristianismo en 1979. Porque ¿no es este el hijo prodigo vestido de vaquero?

La verdad es que Dylan ha tenido una relación poco afortunada con el cine, ya que por muy ciegos seguidores que seamos, tenemos que reconocer que sus pelí­culas suelen ser insufribles. El señor Zimmerman es probablemente el mejor cantautor y compositor folk-rock de todos los tiempos , pero es uno de los peores actores que haya plasmado nunca el celuloide. Su perenne gesto petrificado tiene la extraña virtud de acallar al más histriónico reparto que le acompañe. Véase sino su desolador papel en Pat Garret & Billy The Kid (1973), el crepuscular western de Sam Peckinpah, capaz de hundir en la tristeza al más entusiasmado espectador de pelí­culas del Oeste, aunque no olvidemos su canción, Llamando a las puertas del cielo . Pero aquellos que somos ya dylanianos incurables, nos hemos tragado hasta su empeño en intentar dirigir Renaldo y Clara (1978), un inenarrable film de más cuatro horas que rodó en su famosa gira del año 1975, muy difí­cil de encontrar, pero que algunos tuvimos la paciencia de ver, porque lo nuestro con Dylan ya no es enfermedad, sino masoquismo′

La banda sonora de Anónimos comienza, como no podrí­a ser de otra forma, con un predicador. Su atronadora voz acaba con la sobrecogedora pregunta de si ′¿te has humillado delante de Dios?′′ Esto es América, por supuesto, pero Dylan lo que nos va a mostrar es el lado oscuro del sueño americano′ Estamos en un paí­s que por medio de una guerra civil ha llegado a convertirse en un lugar lleno de corrupción, fraude, violencia y falsos profetas. Ya que esto no es más que una república bananera presidida por un general de blanco, lleno de galones, cuyo rostro está colgado de la pared en todas partes. Los medios de comunicación están controlados por una oligarquí­a afroamericana que pretende representar una sociedad pluralista que mezcla todo tipo de razas, religiones y culturas, pero en realidad lo que hacen es manipular a una masa pasiva que vive la falsa ilusión de libertad que da poder escoger un canal igual al otro. En este mundo opresivo un concurso televisivo de divulgación ecológica lleva el tí­tulo de ′Los errores de Dios′, pero los informativos de todas las emisoras se abren con la noticia de una investigación cientí­fica que ha descubierto que el interior de la tierra está hueco, pero ′lleno del sonido de almas que sufren′′

Este lodazal está lleno de policí­as corruptos, pero los polí­ticos lo están todaví­a más aún. La ciudad está en manos de bandas armadas de mafiosos, traficantes de drogas y contrabandistas. Es entonces cuando un tal Edmund aspira al poder del gobernante moribundo. Promete hacer de la guerra civil una auténtica guerra, en las manos de hombres libres que podrán comerciar con armas y drogas libremente. Pero en una pequeña localidad fronteriza organizan dos personas un concierto benéfico para dar ayuda médica a las ví­ctimas de esa guerra. Son el tí­o Dulcecorazón y Nina Verónica. El primero es una figura egoí­sta llena de deudas, que recuerda al explotador manager de Elvis Presley, el Coronel Parker. Y Verónica es una dama desengañada de los años sesenta, codiciosa y controladora. Pero no pueden encontrar ningún artista que actúe para ellos, y sacan a uno de la cárcel llamado Jack Fate. Es el personaje de Dylan, apellidado Destino, un cantante de blues que lleva veí­nte años en prisión por criticar al presidente. En torno a estos tres circulan otros personajes como el periodista Tom Friend, llamado Bobby Cupid y Penélope Cruz, una fanática religiosa, más interesada en sus ritos que en ningún dios.

La trama de Anónimos es simple, pero muestra una deliberada ambigüedad, por la que uno no sabe del todo que es lo que la pelí­cula nos está diciendo. El titulo original es de hecho Masked & Anonymous, o sea Enmascarados y anónimos. Y como ha dicho el profesor de literatura de la Universidad de East Anglia, Andrew Motion, en el caso de Dylan no se sabe si al final es la máscara su verdadero rostro. La verdad es que para un autor tan complejo como él no faltan exegetas. Stephanie Zacharek cree que este film es la estocada final que el artista le dedica a la generación que él mismo creó en los años sesenta. Así­ el catedrático de Historia de la Universidad de Princeton, Sean Willetz , considera que su arte hace un análisis profético de nuestro tiempo, y nos recuerda que uno de los más oscuros discos que ha hecho estos últimos años, Time out of mind, ¡salió el 11 de septiembre del 2001!. El mensaje de Dylan, según este profesor, es que aquellos que intentaron hacer un mundo mejor, lo harán dentro de poco un lugar todaví­a más irrespirable′

El predicador que se oye, pero que nunca se ve, proclama que la humanidad es una raza esclavizada por el pecado y la ignorancia. Así­ ha sido desde el principio, tras la Caí­da. Dios no se puede reducir por eso a términos humanos. Los hombres están destruyendo la tierra con su ′progreso′. Es cierto que ′desde un bonito jardí­n, todo parece maravilloso′, dice Dylan en la banda sonora, ′pero cuánto más arriba subes, más se vuelve el hombre en lobo para el hombre′. Por lo que el cantante concluye: ′La verdad y la belleza están en el ojo del que observa / Yo he dejado de intentar comprender todo hace ya mucho tiempo′. Una nota de esperanza suena sin embargo en la canción Ciudad de oro, que escribió Dylan en 1979, al pensar en la Jerusalén celestial tras su anunciada conversión al cristianismo evangelico en 1979. La canta en la pelí­cula un grupo de gospel, los Dixie Hummingbirds. Aunque como dice el actor que hace de admirador del cantante: ′Cuando oyes a Dylan, siempre parece que está predicando′.

Anónimos nos recuerda el mensaje del Predicador de Eclesiastés: ′Vanidad de vanidades, todos es vanidad′. ¿Es esto pesimismo? Bueno, yo dirí­a que la Biblia es un libro profundamente realista. A su luz uno no puede menos que ser pesimista respeto a la capacidad del hombre, pero también debemos ser tremendamente optimistas respecto a lo que Dios puede hacer en esta tierra. Lo primero está muy claro en la obra de Dylan, lo segundo ni siquiera se vislumbra. Ya que apenas se puede entrever la luz al fondo de este terrible paseo por la calle de la Desolación.


Reseña escrita en Madrid por el .


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