Antón García Abril, el músico de la sinceridad artística
Con la muerte del compositor turolense a los 87 años, la música española pierde a uno de sus grandes referentes

Con la muerte de Antón García Abril , la música española pierde a uno de sus grandes referentes: un compositor extraordinario cuya obra se adentra por géneros muy diversos, desde lo estrictamente comercial a lo puramente creativo. Estos días se hablará de su cercanía ... al cine, a la televisión, donde consiguió conquistas innegables a través de bandas sonoras y sintonías que habitan en el inconsciente colectivo (' La colmena ' y ' Los santos inocentes ' de Camus, películas de Pedro Lazaga, Pilar Miró; para la televisión ' El hombre y la tierra ', ' Fortunata y Jacinta '…). En todo ello había un éxito directo, alimenticio, pero sin duda insuficiente para un alguien que sabía muy bien que las conquistas artísticas se dirimen en un territorio más concreto y no siempre popular. García Abril luchó por estar en él y lo consiguió con el mérito añadido de que su obra encontró el beneplácito de los intérpretes y del público.
Distinguir entre el músico empírico y el sistemático es un asunto muy propio del siglo XX, lo que en muchas ocasiones ha obligado a diferenciar entre el artista sujeto a la circunstancias y el científico. Pero las categorías convivieron históricamente y ambas se completaban, una y la otra, en las mismas personas. Es más exacto entender la obra creativa de Antón García Abril desde esta perspectiva globalizadora, abierta a muchos matices y con referencia a obras de muy distinto propósito, entre las que también caben partituras de carácter pedagógico, ballets, comedias musicales y música incidental. Se formaliza así la personalidad de un músico total , cuyo tránsito es mucho más original de lo que una primera observación pudiera dar a entender.
Estos días se celebra en Madrid el Focus Festival, organizado por la Orquesta y Coro Nacionales de España con la intención de homenajear la música española de los cincuenta. Fue en esos años cuando surgió una generación de compositores que apenas había superado la veintena pero en cuya obra latía la necesidad de equipararse con lo mejor y más actual de la creación internacional. La España cerril y autárquica también comenzó a relajarse gracias a su entusiasmo. Entre ellos estaban los ahora nonagenarios Cristóbal Halffter , Luis de Pablo … y Antón García Abril, cuyo 'Concierto para instrumentos de arco' acaba de escucharse demostrando que fue el que más pronto definió una estética propia ya evidente en esa temprana composición. Cuando años después leyó su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando elogiando la melodía como parámetro consustancial e innegociable de la música, lo que en realidad se materializaba era la autodefensa contra la vanguardia desfuncionalizada. De inmediato, el argumento melódico y otros centrados en el sentir inconformista o la orientación humanística se hicieron célebres para definir (mal definir) la obra de un autor cuya sinceridad artística y extraordinaria capacidad técnica dejan un rastro suficientemente poderoso.
En la obra de García Abril queda la presencia protagonista de la palabra que tantas canciones acumula a partir de textos de poetas importantes, lo cual es un gesto singular en la propia música española. Lo culmina la ópera ' Divinas palabras ', sobre Valle-Inclán, vista en la apertura del moderno Teatro Real . La muy sólida referencia a la guitarra, en una simbiosis entre tradición y novedad, indaga con precisión en las posibilidades técnicas del instrumento. A ella se asocia una importante cantidad de conciertos ('Aguediano', 'Mudéjar'…) que se amplia a la colaboración con el piano, el violín o el violonchelo ('Juventus', 'De las tierras altas', 'Poemario', 'Cadencias', 'Concierto de Gibralfaro'… La orquesta, por supuesto ('Celebidachiana', 'El mar de las calmas', 'Variaciones concertantes', 'Hemeroscopium', 'Lumen'…), cantatas, música de cámara, instrumental…
Desde su cátedra en el conservatorio madrileño, durante muchos años referencia inexcusable para alumnos de muy distintas procedencias, y desde muchas otras tribunas, García Abril tuvo ocasión de transmitir su fe en la experiencia musical. Lo reconocieron el Premio Nacional de Música , el de la Fundación Guerrero, el Iberoamericano de la Música Tomas Luis de Victoria, y otros como el Premio Aragón, la medalla de oro al Mérito de las Bellas Artes y la Gran Cruz de Alfonso X El Sabio. Todo ello da idea del alcance final de la obra de Antón García Abril, turolense de nacimiento y sentimiento, autor del himno de aquella comunidad. Alguien recio, seguro, profundamente orgulloso de lo suyo, emotivo. Un autor imprescindible en la configuración de la música española de las últimas décadas.
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