ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Chick Corea tenía un modo auténtico de entender el espíritu contemporáneo. Foto: Tomada de Internet

El contacto con la música y los músicos cubanos influyó decisivamente en la orientación de Chick Corea en la escena jazzística. Lo dijo más de una vez el recientemente fallecido pianista y compositor estadounidense de origen italiano, nacido en 1941 en la localidad de Chelsea, en el estado de Massachussets, donde, desde muy temprano, se familiarizó con el instrumento y el poderío de Bud Powell y Horace Silver.

De acuerdo con estas señales hubiera sido predecible su inclinación hacia la corriente del bebop, si no fuera porque el jovencito de 21 años, trasladado a Nueva York para cursar estudios en la Julliard School, halló el modo de ganarse la vida en clubes nocturnos con formaciones como la de Willie Bobo y Mongo Santamaría.

El percusionista cubano enriqueció el contacto del pianista con los ritmos de la isla antillana y con la manera muy peculiar de asumir los retos improvisatorios en la descarga, como llamamos aquí a la variante doméstica de la jam session.

Chick había recibido previamente los rudimentos del toque latino. En una entrevista para la radio, en 2003, recordó: «Tuve un encuentro afortunado con un trompetista portugués llamado Phil Barbosa. Tenía un pequeño cuarteto y el conguero era Bill Fitch, que más tarde tocó con Cal Tjader. Yo no sabía nada de música latina. Cuando fuimos a tocar por primera vez, no sabía qué hacer y Bill me mostró cómo hacer un fondo rítmico en el piano, como los músicos latinos. Ese fue mi comienzo. Y luego, me puso discos: Tito Puente, Eddie Palmieri, Cachao, un montón de gente. Esa música y esos ritmos me abrieron por completo. Fue directo a mi corazón».

Al llegar ante Mongo Santamaría, por recomendación de un colega, profundizó concepto y oficio. «Ahí fue cuando pude probar la verdadera tradición cubana. Mongo era como un padre, realmente generoso y paciente. Me brindó la instrucción adecuada, me mostró cómo lidiar con ritmos que eran nuevos para mí. Fue la primera vez que encontré ese tipo de aprendizaje, y es una filosofía que se me ha quedado grabada toda mi vida. Si quieres aprender a hacer algo, busca al que mejor lo está haciendo. Haz preguntas, recibe instrucciones, y luego, toca la música».

Una de las muestras más elocuentes de aquella conjunción providencial se halla en el disco Go Mongo, grabado por el sello Riverside los días 9 y 11 de julio de 1962, en Nueva York, por Mongo Santamaría and his Afro Latin Group, con Corea en el piano, y en las voces, nada menos que el cienfueguero Marcelino Guerra, Rapindey, coautor de Convergencia y A mi manera.

La amplitud de miras que, desde entonces, tuvo Chick Corea, lo llevó a una nueva etapa de aprendizaje con la banda del inmenso Miles Davis, y a lanzarse luego a la fusión del jazz con el rock y los aires latinos, con predilección en un momento por las raíces ibéricas, a partir de su empatía con Paco de Lucía. Para él, jazz, rock, flamenco, rumba, tumbao sonero, funky, samba y reggae, nada en estado puro, sino en plena ebullición intercultural y alternando sonidos acústicos y electrónicos, era un modo auténtico de entender el espíritu contemporáneo.

El 15 de noviembre de 2019 se produjo una confluencia sensacional en el escenario del Rose Theater del Lincoln Center de Nueva York: un diálogo entre pianistas, Chucho Valdés y Chick Corea. Ambos se admiraban mutuamente y demostraron, cada cual apegado a su estilo, sorprendentes y fecundas afinidades. Primero en solitario y, después, a cuatro manos. Corea gozó, sobre todo, la interpretación del clásico de Chucho, Mambo influenciado.

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ADRIAN dijo:

1

15 de febrero de 2021

22:44:34


DE LOS MEJORES PIANISTAS DIOS LOS BENDIGA

Carlos Mitjans dijo:

2

20 de febrero de 2021

08:32:17


También tocó con Gonzalito Rubalcaba.