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Opinión

'Cácara'

'Una vez atrapados en el mundo surrealista de la tripa, del mondongo convertido en carne, todo es posible.'

Miami
Plátano dejando atrás su cáscara.
Plátano dejando atrás su cáscara. Pixabay

Todavía me parece mentira. Y han pasado casi 30 años. En medio del mal llamado Periodo Especial un estomatólogo cubano, profesor de la Facultad, explicaba en televisión que la dentadura humana no estaba preparada para comer carne. Fue tal mi sorpresa que me toqué los caninos y los incisivos para comprobar si había sufrido alguna mutación dental después de vivir en la Isla.  

Fui a los libros de texto. No, no estaba equivocado. Los caninos —que en Drácula están desarrollados para cortar la vena yugular y succionar— son reminiscencias de nuestros antepasados, los mamíferos carnívoros. Conservan su filo para desgarrar fibras y alimentos de dura consistencia.

Quizás el profe lo que quiso decir o le hicieron decir, en medio de aquella hambruna donde los ciegos no veían y los paralíticos no caminaban y nadie sabía por qué —quien sí lo sabía y lo dijo, tuvo una rápida muerte social o empayamamiento— era que también estábamos preparados para comer vegetales, frutas, hortalizas y otras menestras ausentes.

La intervención del dentista pudo haber sido porque era un ambientalista adelantado: quería salvar al gato y el perro callejero de la extinción en las ciudades cubanas. El caballo, a finales de los 80, ya no dormía con el enemigo. Y las yuntas de bueyes que irían a sustituir los tractores, desparecieron sin dejar más rastro que las coyundas vacías.            

Por cierto, también es inolvidable el actual presidente de la Asamblea Nacional —¡sí, es la misma persona tres décadas después!— al lado de una mata de plátano, enormes frutas, diciendo que el microjet era la salvación de la agricultura; que no habría como comerse tanta fruta. Miles de kilómetros de tuberías, plásticos, y cordeles. El microjet o riego por microaspersión era una técnica vieja, muy usada en terrenos áridos. De pronto, ni plátanos ni microjet. ¿Qué pasó con tanta tubería hueca y tanto plátano que nunca llegó a la bodega?

Pues de plátanos van las cosas de nuevo. En un diario de la capital una tal Evaluna —¿firmará así porque se avergüenza?— acaba de recomendar el consumo de cáscara de plátano. En el artículo describe las propiedades de la envoltura de la herbácea. Repetir lo que escribe Eva, no desde Valencia, carece de sentido.

Quizás debería haber empezado por decir que casi todas las cáscaras de las frutas poseen altos contenidos de minerales y vitaminas, y que tal vez eso explique por qué los animales de los zoológicos cubanos aún están vivos, incluyendo los grandes felinos. La diferencia gastronómica entre animales domésticos y personas es una sola: los animales comen lo que le echan. Los humanos deben comer lo que les apetece.

Probablemente Evaluna no había nacido o era muy pequeña cuando el actual presidente de la Asamblea Nacional posaba al lado del microjet platanero, y al mismo tiempo las mujeres inventaban el picadillo de cáscara de plátano —con plátano fongo, como le dicen en Oriente, porque el macho estaba perdido, con microjet y sin él—. Y sí, el fufú llegó a ser una exquisitez, como el plátano chatino. Todo eso lleva grasa, animal. Y no había bañadera ni azotea para tanto puerco.

El problema no es que Evaluna recomiende cácara. A fin de cuentas, es cierto que la carne de jutía es altamente proteica, como lo son los grillos —chapulines— y las hormigas, comidas gourmet en México. Ya un comediante de la Isla se encargó de revisar esos alimentos extraños al paladar criollo y que en otras latitudes solo consumen los ricos por sus costos.

El dilema de la cácara de Evaluna es el momento que ha escogido —o le han sugerido—para convencer al pueblo de que la corteza infumable de la banana es más nutritiva que la fruta misma. Lo cruel es saber que hay gente que se las tragarán, la cácara y la farsa. No debe extrañar. Una vez atrapados en el mundo surrealista de la tripa, del mondongo convertido en carne, todo es posible.


Este artículo apareció originalmente en el blog Habaneciendo. Se reproduce con autorización del autor.

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2 comentarios

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Profile picture for user Peña Tico

Los puercos se las comen y no les pasa NÄ

Que se la coman los dueños de Cuba y sus lacayos!!!
Me como un ladrillo hecho por mis manos antes que cualquier cosa de esas que se les ocurren por tal de guardar la carne sólo para ellos.
Cabrones!!!