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Los días de Rosario Bléfari en Tucumán

In Memoriam

Un lunes gris de julio, los diarios anunciaron su muerte a los 54 años y en la Provincia hubo ojos empañados de tristeza. Liliana Juárez, su compañera en "Los Dueños" y en "Planta Permanente", recuerda las horas de rodaje, la devoción por las empanadas, los paseos en bicicleta por la Plaza Urquiza y las anotaciones en una libreta. “Como actriz, Rosario era una maestra, podía llevarme a lugares de mucha emoción”.

Bléfari y Juárez en una escena de 'Los Dueños', la película tucumana que llegó hasta el Festival de Cannes.





Las crónicas de los diarios dicen que el pasado 06 de julio, a los 54 años de edad y producto de un cáncer, murió Rosario Bléfari. Muchos artículos rescatan la definición que quizá mejor le cabe, la de una ‘artista total’, que dominó la actuación, la escritura y la música. Hay quienes aluden también a su militancia feminista. Agregan los periodistas especializados que fue una referente indiscutida de la cultura independiente argentina desde los '90 hasta nuestros días. Y se encuentran algunas referencias a su vínculo con artistas del interior, muchos de ellos tucumanos, en un intento por federalizar a este país tan poco federal para demasiadas cosas. 

¿Pero qué hay del recuerdo que Rosario Bléfari dejó en las personas que amó y que la amaron en los casi 20 mil días que pisó esta tierra?. Liliana Juárez, la actriz tucumana que compartió set de filmación con Rosario en dos películas con sello local –“Los Dueños” (2013, E. Radusky-A. Toscano) y “Planta Permanente” (2019, E. Radusky)- sabe decir porqué su partida conmovió tan profundamente a todos quienes compartieron horas con esa mujer de mirada profunda, sonrisa genuina y una ‘chispa’ que la distinguía entre la multitud. 

“El lunes me he despertado y, como estaba muy frío, pensé: ¿qué hago? ¿me levanto o me quedo un rato más?. Y ahí veo un WhatsApp de Ezequiel (Radusky). Me senté, porque no lo podía comprender”, recuerda Lili en diálogo con eltucumano.com, todavía conmovida por la noticia reciente de la muerte de Rosario, a quien durante la entrevista mencionará una y otra vez en un intento por traerla de vuelta, para hacer de cuenta que Rosario todavía no se ha ido. 


 Tucumán en bicicleta      

Liliana conoció a Rosario en la casa de Agustín ‘Bobby’ Toscano cuando el elenco de “Los Dueños” comenzaba a reunirse en Tucumán para iniciar la filmación. La premiada actriz tucumana no sabía en ese momento todo lo que el cine le deparaba ni el vínculo que iba a construir con Rosario dentro y fuera del set. 

“Ella vino a instalarse a Tucumán durante el rodaje de la película. En ese momento, Ezequiel vivía en el pasaje Atlético, en un departamento que tenía una terraza. Él se ocupó de adaptar ese espacio como una habitación para Rosario. También le consiguió una bicicleta, porque era una persona muy curiosa, le gustaba recorrer la ciudad, iba mucho a la plaza Urquiza. Me acuerdo que un fin de semana largo vino su nena, Nina, que en ese momento tenía unos 10 u 11 años y se fueron juntas al cerro, llegaron hasta Amaicha”, repasa Liliana sobre ese tiempo en donde todo eran ilusiones y comenzaba a gestarse una nueva etapa en el cine tucumano. Fiel a su espíritu, Rosario quiso vivirlo desde el interior de la Argentina

“Tucumán la cautivaba”, afirma Liliana, quien la vio anotar en una pequeña libreta todas aquellas palabras y expresiones que conoció en la Provincia y llamaban su atención. “Ella era tan profesional que tenía una libretita a mano en donde iba escribiendo las palabras del lunfardo tucumano con su respectiva definición. Por ejemplo, en ‘Los Dueños’ resalta mucho el ‘culiao’. Rosario se mataba de risa cada vez que lo escuchaba y decía ‘no puedo creer que signifique esto’. A esa lista agregó también palabras como ‘chango’ y expresiones como ‘estás pasao’ porque todo lo muy tucumano le llamaba la atención, por eso iba preguntando y agendando”, relata por teléfono Liliana este lunes por la noche que con estos recuerdos ya no parece ni tan frío, ni tan triste, ni tan gris. Menos aún cuando hace referencia a ese lazo que supo construir con Rosario también a través de la cocina regional del Norte, con sus perfumes y sabores. 


“Mi mamá nos crió cocinando y Rosario me preguntaba mucho sobre las recetas de las comidas típicas, como las empanadas. También le gustaba mucho la ternera. Una vez que nos vimos me dijo que ya sabía prepararla para hacer sanguchitos para Nina”. 

Ese interés por la cultura y por los sabores de la ciudad que la acogió por 20 días la llevó también a visitar el Mercado del Norte, en donde procuró comprar quesos de cabra, entre otros productos artesanales, para que nada de esta tierra le fuese ajeno. 

“El último día del rodaje de Planta Permanente llovía muchísimo en La Plata, era una de esas lluvias de verano que parecía que se iba a desarmar el cielo. Ese día se hizo un brindis de cierre, en donde había empanadas de varios sabores. Y Rosario, como era una loca de las empanadas, cada vez que comía una decía ‘nada que ver con Tucumán’”, cuenta Lili sobre el afecto que Rosario tenía por la Provincia en donde supo cultivar grandes y profundas amistades. 

“Añoraba Tucumán y de alguna forma la Provincia se le había impregnado a Rosario”, analizó la protagonista del film que se alzó con el premio a Mejor Actriz en el 34° Festival Internacional de Mar del Plata por su rol de 'Lila' en la última película de Radusky.

 
Una maestra de la actuación

La noticia de la muerte de Bléfari tomó por sorpresa a muchos, aún a quienes sabían que estaba atravesando un duro periodo de la enfermedad. Ese fue el caso de Liliana, a quien Rosario le contó durante el rodaje de Planta Permanente que estaba en tratamiento. 

“Ezequiel me dijo apenas llegué a La Plata ‘si ella te cuenta, todo bien; y si no te cuenta, también’”, rememora. La confidencia fue al momento de filmar una escena, en donde ambas trabajaron para cuidar su imagen. “La veías una mujer tan entera, de un carácter muy fuerte, con una seguridad impresionante. Cuando estuvimos en el rodaje ella estaba abordando un tratamiento que habrá sido duro para ella y su familia. Pero ella no reparaba en eso. Incluso en La Plata hizo varios recitales con la banda en donde cantaba con Nina. Eran inseparables, iban a todas partes juntas, eran muy amigas madre e hija. Y Rosario no paraba”. 

“Como actriz era impecable, cuando teníamos una escena difícil, nos juntábamos un par de horas antes para marcarla. Como yo soy más de improvisar, me advirtió que ella podía también tener una reacción más orgánica, por ejemplo, frente a una cachetada. Teníamos buena química, siempre decía que nos complementábamos. Una vez dije que en una paleta con colores, mezclás el rojo con el azul y de ahí sale el lila. Yo siento que con Rosario éramos eso: podía llevarme a situaciones de mucha emoción”, dice con la voz quebrada. 


El dolor de la partida

Una vez que la familia confirmó la noticia del fallecimiento, las redes se inundaron de mensajes que recordaron la vasta trayectoria artística de Bléfari en la música, la actuación y la literatura. Liliana repara también en su virtuosismo y dice sin temor a equivocarse que, por su obra, “Rosario es patrimonio de la Humanidad”. Y a continuación revela una característica de la artista que sólo quienes la trataron personalmente pueden dar cuenta. 

“Lo impactante en Rosario era su sonrisa. Tenía una sonrisa que hablaba, que decía todo. Era una sonrisa amplia, muy verdadera. Cuando se reía te contagiaba y siempre tenía una chispa, picardía”. En este punto, recuerda a Ezequiel Radusky y a la complicidad que tenía con Rosario a la hora de crear y embarcarse en nuevos proyectos, pero también a la hora de llevar el cine de una Provincia del Norte a Buenos Aires y desde allí a los festivales del mundo.      

“Ezequiel no atendió hoy el teléfono. Lo sé por amigos. Yo no intenté llamarlo porque lo conozco y me emociona decirte que ella era su amiga del alma. Tenía devoción por Rosario. Los dos vivían en Boedo y eran muy compinches. Él contó muchas veces que le dio el guión de Planta Permanente para que lo lea y ella le dijo ‘yo quiero actuar acá’. Iba a ser la directora del organismo, pero finalmente Ezequiel lo reescribió y así surgió el personaje de Marcela”. 


Liliana termina de pintar el cuadro de una artista completa por donde se la mire y no deja de balancear lo destacado de su trayectoria con los recuerdos mínimos que hoy, a la luz de los acontecimientos, tienen otro valor. “Un día, estando en Buenos Aires, me busca un taxi para llevarme desde el hotel hasta La Plata, en donde estábamos ensayando. En el camino le conté al chofer que estaba por hacer una película y me miró como diciendo ‘esta mujer de qué habla’. Le dije ‘no sé si usted la conoce a Rosario Bléfari’. Entonces se puso re contento y buscó un tema de Rosario. Recién a me creyó que era todo verdad”.