Leïla Menchari. La emblemática vidrierista de Hermès que murió por coronavirus

Cuando se re escriba la historia de la moda, el covid19 será un invitado no deseado pero necesario para entender por qué la moda tuvo que dar un volantazo, quizás el más terrible hasta ahora. Además de los enormes descalabros económicos y la demostración de solidaridad de una industria que cada vez se muestra más transparente e indefensa, también hay que contar las bajas. Porque como la parca, no hace diferencias.
Carla Sozzani, hermana de Franca y creadora de 10 Corso Como, dio la triste noticia. A los 93 años y víctima de coronavirus, murió Leïla Menchari la famosa vidrierista de la tradicional casa Hermès. Un nombre poco conocido, una mujer famosa puertas adentro, una sobreviviente de redes sociales que hizo de su pasión un trabajo, y de su trabajo un honor. Fue el ícono de un ícono.

Nació en septiembre de 1927 en Túnez, una ciudad que en ese momento no estaba ni cerca de los locos años 20 parisinos que años después le brindaron más que locura. Hija de un abogado terrateniente y una madre empleada judicial defensora de los derechos de la emancipación femenina, Menchari vivió la libertad desde chica disfrutando ir al cine y ser la primera mujer admitida en el Instituto de Bellas Artes de Túnez que luego continuó en la escuela de Beaux Arts en París.
En 1961 entró a trabajar a Hermès donde comenzó un viaje, una fantasía sin fin de más de cuatro décadas. Perseguía sus sueños y los llevaba a cabo con libertad gracias a la confianza que la familia que lleva el apellido tenía depositada en ella. Era independiente.

Alguien escribió que sin ella la firma no sería Hermès. Y no se equivocó, fue parte de la cultura de la moda francesa.
De la nada al todo y del todo a la nada, así podían ser sus trabajos que no pasaban inadvertidos. Las cuatro vidrieras anuales de la firma fueron ese hilo rojo, visible, que la unía con el cuero y la seda, la porcelana y el mundo ecuestre y vivían detrás del tema de turno.
Menchari descubrió que en los talleres de Hermès todo era posible. Cada una de las vitrinas del 24 Rue du Faubourg Saint-Honoré en el 8ème arrondissement, sede oficial de la firma, eran un espectáculo, un cuento, una historia, una novedad, una extravagancia, una excusa para darse una vuelta y maravillarse con la fantasía, a veces animada, detrás de esos vidrios impecables y transparentes. Ella contaba un sueño y cada escaparate era una exótica ventana al alma.
Era encantadora, dueña de un chic bohemio y refinado, espontáneo y sin imposiciones. Moderna y llena de charme. Un torbellino de voz gruesa, pausada y apasionada. Su oficina era un auténtico depósito como solo ella podía tenerlo, un amasijo exquisito de cajas naranjas, objetos que fueron parte de las vidrieras, fotos, pósters, cuadros y libros. Ese era su búnker, su mundo exclusivo y exótico, la extensión de su imaginación, su mano derecha más fiel, su edén sin límites. Una auténtica acumuladora serial de piezas que más de un coleccionista deseaba.

Nacionalista, llevaba su país en el corazón y desde París le dio trabajo a los artesanos tunecinos y varias veces trajo arena de esas playas para que sean testigos de su trabajo en Francia. Amiga del genial Azzedine Alaïa, a los compatriotas se los podía ver caminar del brazo por París. Fue ella quien se encargó de presentarlo a quienes correspondía para que luego el talento del pequeño gran diseñador hiciera el resto. "Las amistades no son convenientes ni especulan", se la oyó decir.
En 2017 en el Grand Palais París le rindieron homenaje con una exposición llamada Hermès levanta vuelo: los mundos de Leïla Menchari. Ese mismo año la escritora francesa Michèle Gazier publicó el libro La Reina Maga, dando un nuevo nombre a su talento, a la creadora de fantasías.

La importancia, el preciosismo, la gracia del trabajo a mano y el lujo son parte de los bastiones de la firma fundada en 1837 y también la guía de Menchari. Cada tres meses la gran dama volcaba su creatividad en un espectáculo gratuito, un verdadero free pass hacia un banquete visual. "Mi propósito es contar una historia" decía siempre. Y lo hizo con creces desde 1978 hasta su retiro en 2013 con 86 años.