20 canciones para introducirse en el mundo de Rafael Berrio

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20 canciones para introducirse en el mundo de Rafael Berrio

Esta semana, entre otros artistas, nos ha dejado Rafael Berrio. Un desconocido (o semi, siendo generosos) para una gran parte de su público potencial –a saber: aquellos que en algún momento se hayan sentido conmovidos por la música y la lírica de Lou Reed, Jacques Brel, Leonard Cohen o Bob Dylan, indistintamente; es decir, enorme– que, eso sí, ha dejado una huella imborrable en los que nos hemos aproximado a él en algún momento de su dilatada y no demasiado prolífica carrera. En nuestro obituario dedicado a él, advertíamos por algunos comentarios la necesidad de abrir un pórtico a su particular mundo. Nosotros, con toda la modestia y sin esnobismos, proponemos uno de esos posibles accesos a través de una playlist de 20 canciones.

Una playlist algo incompleta, eso sí, ya que algunos de sus ocho álbumes –’Una canción de mala muerte‘ (1996), con Amor A Traición, y ‘Planes de fuga‘ (1999), como Deriva– y singles –’Arcadia en flor’, la canción que entregó a Jonás Trueba para su film ‘La reconquista’, con la que estuvo nominado al Goya a Mejor canción original hace tres años– no están disponibles en Spotify –a modo de curiosidad, sí lo está la adaptación de la zarzuela de Pío Baroja ‘Adiós a la bohemia’ que perpetró con su amigo y socio musical Joserra Senperena–. Pero los seis álbumes que sí encontramos en esa plataforma de streaming, dan de sobra para trazar una imagen bastante certera, creemos, de las etapas que atravesó y de su descomunal talento para escribir canciones.

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Por supuesto, ponemos en valor su loureedesco proyecto Amor A Traición, grupo que formaría, entre otros, con sus amigos del primer Donosti Sound, José Puerto e Iñaki De Lucas. Es sintomático del sino que le persiguió en su carrera señalar que le llevaría más de diez años completar ese ‘Amor a traición’, desde que rindiera su intento de cuajar en la nueva ola ochentera con UHF. Además del glorioso himno ‘No pienso bajar más al centro’, no falta esa ‘La misma mujer distinta’ que ya querrían para su cancionero Burning o el propio Loquillo. Del segundo disco de Deriva, ‘Harresilanda’, tan alejado del coyuntural electrorock de su primer disco, rescatamos con toda justicia (pese a que él renegaba últimamente de esa etapa) los claroscuros de ‘Algo delicado y difícil’ y una ‘No solo de amor’ que conecta a su manera (con ese gran bajo) con el otro Donosti Sound, el de La Buena Vida, Le Mans y AMA.

Por supuesto, están muy representados los trabajos hermanos que publicó en los primeros años de la pasada década, ‘1971‘ y ‘Diarios‘. Discos de vocación orquestal arreglados por el ya citado Senperena (conocido por sus trabajos para Duncan Dhu, Fito y Fitipaldis o Quique González, pero también por los de ‘Hallelujah!’ y ‘Album’ de La Buena Vida), en los que Berrio rebuscaba en sus raíces francófonas y se significaba como un chansonnier al más puro estilo de Jacques Brel, Charles Aznavour o Cohen, que tanto le marcaron. No podían faltar ‘Cómo iba yo a saber’, ‘Simulacro’, ‘La desgana’, ‘La alegría de vivir’, ‘Las mujeres de este mundo’… Canciones de una profundidad lírica abisal, que reflexionan con exquisita poesía sobre la existencia, el amor y el hedonismo.

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Pero, como explicábamos, Berrio nunca dejó de tener el alma electrificada y, tras ese glorioso lapso de su carrera en el que apostó por la tradición popular europea, volvía al rock. En ‘Paradoja’, además, lo hacía de manera más enrabietada y ruidosa que nunca antes, como atestigua el noise rock crepitante de ‘En lo mórbido’. Pero sin renunciar a su inherente elegancia, como mostraban ‘Cambios a mansalva y decadencia’ y el genial single ‘Mis ayeres muertos’ –emociona como el primer día ese lema, «todo lo he visto, de todo me acuerdo»–. Su último álbum conocido, el aún reciente ‘Niño futuro‘, partía de esa faceta rockera y la atemperaba con cierta sobriedad y reposo, entregándonos maravillas como ‘Dadme la vida que amo’, ‘Considerando’, ‘Las tornas cambian’ o ‘Mi álbum de nubes del cielo’. No podíamos cerrar con otra canción que no fuera la propia ‘Niño futuro’, esa hipnótica y fascinante letanía dedicada a recién nacido que «homenajea a María Moliner», como llegó a decir. Es en todo caso, como decía, solo una puerta de entrada al universo Berrio en el que, ojalá, alguno se anime a profundizar a partir de aquí.

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