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La nación por los pies

Agustín Haya de la Torre

Publicado: 2018-07-14

La selección peruana de fútbol despertó tantas expectativas al participar en un Mundial tras casi cuatro décadas, que algunos llegan a la insólita conclusión que el aliento despertado acaba de “formar la nación peruana”. 

Participan de aquella corriente que desde los ochenta mal interpreta a José Carlos Mariátegui y busca incas o mezclas étnicas en porcentajes no aclarados, para resolver el dramático problema. Muchos derivan la especulación a los procesos migratorios, a la población emergente de los barrios pobres o en todo caso al predominio de tal o cual género musical.

Incluso si la multimillonaria publicidad los convenció de que este grupo de futbolistas, eliminados en la primera ronda, tras dos derrotas y apenas dos goles a favor, es lo mejor que hemos tenido, se equivocan ruidosamente.

Olvidan por completo que en tres mundiales tuvimos mucho mejor desempeño. Además dicha generación de jugadores conquistó la Copa América. Uno se pregunta entonces porqué con tales galardones no surgió la nación peruana. Antes como ahora el hermoso deporte convocaba la pasión de multitudes. No había compatriota que no se identificara con los mundialistas de la época, entonando a una sola voz el mismo vals y el mismo himno, todavía con su estrofa anti colonial.

Sucede igual que con la gastronomía, cuya inicial internacionalización entusiasma a los identitarios. Un aporte lo da Washington Tabárez el profesor de primaria que entrena al excelente equipo de Uruguay, quizás el mejor de América Latina en el campeonato. Pone como condición primordial que sus jugadores tengan una personalidad consistente, con ética y valores.

O sea les pide que sean primero ciudadanos para luego tomarlos en cuenta. Ya uno tuvo que dejar de morder a los rivales y algún otro reguló mejor su vida. El Maestro tiene razón. Su equipo representa a su república, a la nación forjada constitucionalmente por José Gervasio Artigas, José Batlle o José Mujica, Es decir una patria constitucional, sustentada en valores ilustrados. No es la etnia, la religión, el paisaje, la música o el deporte. La nación se sustenta en los derechos fundamentales que garantizan la convivencia.


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Agustín Haya

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