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Historias de humor y horror que las mujeres no contamos en voz alta

14 mujeres comparten anécdotas que han vivido –y sufrido– con la regla

MatiasEnElMundo/Getty Images

Que te vas de vacaciones, pues se apunta. Que tienes un día importante, ella te acompaña. Que no llevas compresas ni támpax en el bolso, pues te dará una sorpresa. De las 400 reglas que -se calcula- una mujer tiene a lo largo de su vida, casi ninguna es recibida con alegría. Varias mujeres han compartido sus confesiones con la regla, con anécdotas que van del humor al horror:

– "Las posturas extrañas que empiezas a hacer cuando crees que te ha bajado la regla y estás manchando o cuando crees que se ha salido de la zona permitida: pierna sobre la silla, pierna debajo del culo, contorsión a la derecha, manos debajo del culo. Y todo eso en una reunión. Y el chasco que te llevas cuando vas al baño y ves que no, que no ha pasado nada. ¿Todo este contorsionismo para nada?".

– "Sin duda alguna, mi mayor terror es que me baje la regla en un festival. Si los baños portátiles esos son terribles incluso para hacer pis, para cambiarte el tampón son el infierno en la tierra. Las veces que me ha coincidido con uno parece que llevo encima una mezcla de farmacia + patrulla de limpieza: toallitas húmedas, toallitas desinfectantes, clínex, gel desinfectante de manos, colonia… además de llevar támpax como para dos semanas. Luego está el drama de ver cómo lo haces dentro de ese cubículo, a las tres de la mañana, mientras sujetas el teléfono-linterna con la boca y después de un par de copas. Historia de terror".

– "Los interesantes (misteriosos, intensos, imprevisibles) movimientos intestinales que tienes los días de regla".

– "Estar todo el día fuera de casa, darte cuenta de que te has manchado (como hacía 20 años que no manchabas) y ponerte el jersey atado en la cintura como hacía 20 años que no hacías".

– "El momento copa menstrual es un poco gore, y sobre todo si no estás en tu casa es un lío eso de ir al baño y descargarla, con tus manitas ensangrentadas. Ir al baño en el trabajo (¡o en un bar!) es todo un momentazo, cuando entras y ves que tienes que descargarla. ¡Lo manchas todo! Y claro, no puedes salir con tus manos (y puede que algo de tu ropa) con sangre. Darías algo de miedo".

"El mundo se divide en dos tipos de personas: a los que les da asco el sexo con sangre y a los que no"

– "Cuando te vas a acostar con un tío, te queda poca regla, y te vas al baño a hacerte el lavado más intenso que te has hecho en tu vida, sacando toda posible sospecha de regla. A lo bruto".

– "El mundo se divide en dos tipos de personas: a los que les da asco el sexo con sangre y a los que no. Estos últimos me han cambiado la vida y la percepción sobre la regla. Quiero destacar, emocionada, al primer hombre que no dijo 'puaj' y a la primera mujer que no solo ‘toleró’ que yo estuviese en el primer día de regla, sino que puso esfuerzo extra para demostrarme que podía ser aún mejor de lo normal".

– "Cuando por fin encuentras a un tío al que no le importa tener sexo durante la regla y después acaba todo que parece que haya habido una masacre".

– "Ese momento en que tu madre te dice, ante cualquier tipo de dolor que tengas, que es porque te va a venir la regla. ¿Has dormido fatal? Eso es porque te va a venir la regla. ¿Te duele la cabeza? Eso es porque te va a venir la regla".

– "El mayor horror: saber que mientras estás en medio de una clase súper importante de la universidad te está bajando por el pantalón un líquido que puede llegar hasta el suelo. Y los días en que te tienes que cambiar cada hora de támpax y compresa y da igual el número de reuniones que tengas porque a tus jefes, obviamente, les vale madres".

"Has dejado manchas de sangre en todos los colchones en los que has dormido a lo largo de tu historia"

– "Es una tradición de las farmacias mexicanas entregar los condones y las toallas femeninas -o compresas- en bolsas negras. Me percaté de esto cuando fui a una con mi papá. Tenía 14 años. Yo pedí unas compresas Always, él una medicina. En la mente del señor de la farmacia, los dos productos no podían ir en una sola bolsa. Entregó a mi papá la medicina en una transparente y a mí las toallas en una negra. La bolsa negra protege al resto del mundo de tu menstruación. Ojos que no ven, corazón que no se incomoda al ver toallas femeninas o tampones. ¿Quién quiere imaginarse esos ríos de sangre? Esa vez fue la última que acepté una bolsa negra. 'Es más, así me las llevo, sin bolsa', siempre les digo a los de la farmacia. Usualmente meto las toallas o los tampones a mi mochila o mi bolsa, pero si tengo tiempo y estoy de buenas, las llevo en las manos, a vista de todos, y tomó el camino largo a casa".

– "Dicen que no pasa, pero puede pasar: que se te rompa el cordón del támpax. Soy testigo: me agobié tanto que fui al centro de salud de guardia. Menos mal que di con una profesional -una enfermera- que ni me humilló ni nada, entendió que de lo nerviosa que estaba yo no podía sacarlo y me ayudó. Los he vuelto a usar, pero el susto me duró una temporada".

– "Saber que has dejado manchas de sangre en todos los colchones en los que has dormido a lo largo de tu historia y que, por mucho que limpies, la marca queda forever hagas lo que hagas".

– “Tengo hemorragias fuertes y siempre tengo que llevar compresas de noche. Una amiga una vez me pidió una y se rió porque le parecían pañales. Yo es que no puedo ir con otra cosa, y lo mejor de todo es que a pesar de lo gigantes que son, por las noches, no sé cómo ocurre, se mancha de manera aleatoria y, por supuesto, siempre se tiene que salir. O sea, puede estar una zona completamente seca y luego la mancha en la braguita. ¡Es como si la sangre hubiera saltado! ¿Cómo? ¿Por qué? La cantidad de braguitas que he tenido que tirar porque, encima, la sangre no se va bien”.

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