Dios se identifica con el bien y es el bien. Por lo tanto la palabra bondad significa la posesión del bien y la bondad es por excelencia la cualidad de Dio...
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Durante la misa, cuando el sacerdote junto a los fieles reza el Credo, dice "y se hizo hombre". Esta frase es muy importante ya que resume uno de los tres grandes misterios de nuestra religión que es el misterio de la Encarnación.
El catecismo dice que la Encarnación es el misterio del Hijo de Dios hecho hombre. Es decir, la acción por la cual la segunda persona de la Santísima Trinidad, el Verbo de Dios, se hizo carne, tomó la naturaleza humana, una naturaleza de carne, en el seno de la Virgen María, y empezó a ser desde entonces "Hombre-Dios".
Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, tal como se afirma en el Concilio de Calcedonia, engendrado por el Padre antes de todos los siglos, según la divinidad, y según la humanidad, nacido en el tiempo de la Virgen María, madre de Dios.
Sólo hay en Jesucristo una persona, la del Verbo, y dos naturalezas: la naturaleza divina y la naturaleza humana, unidas en la persona del Verbo.
La segunda persona de la Santísima Trinidad, hijo de Dios o Verbo, aún siendo la segunda persona de la Trinidad y naturaleza divina, es decir, infinita, se rebajó hasta unirse con nuestra naturaleza, aunque no revestida de la personalidad humana. La Encarnación, de este modo, es la más grande prueba de amor que Dios haya podido dar a los hombres.
De esta dualidad de naturalezas en la unidad de persona, afirmada por el dogma católico, encontramos numerosos testimonios en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, como por ejemplo en Isaías 8,14 donde hace referencia de Dios con nosotros, o en la Epístola a los Filipenses 2,6 de San Juan donde dice que el Verbo se hizo carne.
Sin duda el Padre y el Espíritu Santo habitan de una manera especial en la naturaleza humana tomada por el Verbo, pero sólo la segunda persona de la Santísima Trinidad se encarnó sin abdicar de su naturaleza divina. En el momento de la concepción, el Verbo tomó la naturaleza humana que no abandonó nunca. La muerte de Jesucristo era sólo la separación del alma y del cuerpo, quedando ambos unidos en la divinidad.
Su naturaleza está compuesta de un cuerpo y de un alma como cualquier otra naturaleza humana; ha tomado libremente un cuerpo perfecto aunque, sin embargo, soportando todas las debilidades comunes al género humano, como ser el hambre, la sed, el frío, etcétera. Es Dios quien creó su alma directamente, como creó la nuestra.
Jesús tenía dos voluntades: divina, como por ejemplo cuando decía "Yo y el Padre somos Uno", y humana, como cuando se dirigía su Padre diciéndole "Padre, si es posible aparta de mí este cáliz" o cuando lloró ante el dolor de Marta y María cuando Lázaro había fallecido.
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