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Un niño tropieza y descubre un fósil de un millón de años

La familia del pequeño, que tenía nueve años cuando encontró los restos, contactó con una universidad que confirmó el hallazgo

Jude Sparks, junto al fósil con el que se tropezó en Nuevo México (EE UU).
Jude Sparks, junto al fósil con el que se tropezó en Nuevo México (EE UU). Peter Houde

El tropezón de un niño ha permitido realizar un destacado descubrimiento paleontológico. El hallazgo fue casual y se produjo cuando el pequeño Jude Sparks estaba jugando el pasado noviembre con sus hermanos en Las Cruces, en Nuevo México (Estados Unidos). Mientras corría, chocó con parte de un colmillo. La familia se puso en contacto con la Universidad Estatal de Nuevo México y fue entonces cuando averiguaron que allí enterrado había un cráneo casi intacto de un stegomasatodon, un género extinto de mamífero. Tiene más de un millón de años de antigüedad.

"Estaba corriendo y tropecé con parte del colmillo", explicó Jude Sparks, según recoge la Universidad Estatal de Nuevo México en su página web. El niño, que ahora tiene 10 años, se encontraba jugando con sus padres y probando unos walkie-talkies con sus hermanos cuando se cayó y se topó con el fósil. "Mi cara acabó junto a la mandíbula inferior. Miré más arriba y allí había otro colmillo", dijo. 

La familia Sparks se puso en contacto con el profesor de biología Peter Houde después de haber visto en Youtube una entrevista que le hacían en relación con un fósil similar. "Un stegomastodon nos parecería un elefante a cualquiera de nosotros", afirma Houde, según la página web de la universidad. "En función de los distintos tipos de elefantes que tenemos en esta zona, este es probablemente el más común de ellos. Pero aún son muy raros. Este puede ser el segundo cráneo completo hallado en Nuevo México", asegura. 

"Supe que aquello no era algo que se encuentre habitualmente", afirmó a The New York Times Jude Sparks."Es algo realmente muy inusual", confirma el profesor Houde al mismo diario, en el que explica que los restos prehistóricos son tan frágiles que normalmente se desintegran si quedan expuestos a la erosión de los elementos.

Cuando el profesor y la familia visitaron los restos un día después del descubrimiento, se aseguraron de enterrarlos de nuevo. Tras meses en los que tuvieron que conseguir los permisos, preparar un equipo y recaudar la financiación necesaria, la excavación terminó el pasado mayo. 

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