Demna Gvasalia no está dispuesto a dejar que su nombre caiga en el olvido ni una sola semana. Su última llamada de atención fue la semana pasada, cuando el público se percató de que una de sus bolsas para Balenciaga (también suele gritar “¡miradme, miradme!” desde su otra marca, Vetements) es, básicamente, una reproducción de la típica bolsa de plástico de Ikea.
La mayor diferencia entre una y otra es, evidentemente, el precio. La de la marca de lujo, elaborada en cuero azul, cuesta 1.695 euros mientras que la del gigante sueco del mobiliario se puede adquirir por 0, 50 euros. Seguramente el uso que se le vaya a dar a una y a otra no será el mismo (meter objetos de madera en un bolso de 2.000 euros no parece muy buena idea).
Como respuesta a la ‘boutade’ de Gvasalia, Ikea ha puesto en marcha una campaña titulada “Cómo identificar una auténtica bolsa Ikea Frakta”, refiriéndose a su producto azul. Johan Holmgren, miembro Acne, la agencia que ha elaborado el anuncio, ha declarado a la prensa que le gustaba la “coqueta” bolsa de Balenciaga y que quería “coquetear”.
El decálogo que ofrecen los suecos para ayudar a los consumidores a escoger la “bolsa auténtica” es el siguiente:
1- Sacúdala: si cruje, es la auténtica
2- Multifuncional: se pueden llevar palos de hockey, ladrillos e incluso agua
3- Ensúciela: Una verdadera Frakta se puede limpiar con la manguera del jardín.
4- El precio: sólo cuesta 0,99 dólares (o,50 euros)
Siguiendo estos consejos (especialmente el último) será difícil equivocarse.