En medio de una tasa de desempleo del 10%, el desplome de la credibilidad de las viejas nomenclaturas políticas –el socialismo de Mitterrand y republicanismo del general De Gaulle– y la amenaza del terrorismo islámico, se celebra hoy en Francia la primera vuelta de las elecciones presidenciales, de las que sobrevivirán dos candidatos entre quienes se definirá el presidente el 7 de mayo. 

Los franceses, como los colombianos, suelen votar en la primera vuelta por su candidato preferido, y en la segunda vuelta sufragan por el que consideran menos malo para los intereses del país. 

Al igual que Colombia, Francia se ha polarizado en estos comicios entre dos apuestas irreconciliables: la que encarnan los aspirantes que defienden una postura liberal y europea, y la que simbolizan los defensores de una visión nacionalista y proteccionista. Finalmente, los franceses tendrán que optar por alguna de estas dos líneas ideológicas.

Once aspirantes se han presentado a la contienda presidencial, pero, según los distintos sondeos, solo cuatro tienen reales posibilidades de estar en la disputa final: Marine Le Pen, Emmanuelle Macron, Francais Fillon y Jean-Luc Mélenchon. Los últimos sondeos dan un virtual empate entre ellos. Todos, desde sus diferentes visiones y propuestas programáticas, han tratado de conquistar al electorado francés que ha perdido su confianza en los políticos. En esto, obviamente, han influido los fracasos que los franceses les cobran al conservador Sarkozy y del socialista Hollande.

Considerada como un exponente de la extrema derecha de inspiración fascista, Marine Le Pen, la candidata del Frente Nacional que aspira por segunda vez a la presidencia, no solo se da por hecho que estará en la segunda vuelta, sino que es la aspirante a derrotar. Ya su padre, Jean-Marie Le Pen, había logrado en 2002 la hazaña de pasar a la segunda vuelta aprovechando la división de la izquierda y la abstención. El 21 de abril de ese año, el mundo se sorprendió: en primera vuelta, Jacques Chirac obtuvo el 19,88% y Le Pen el 16,86%, pero el 5 de mayo el resultado cambió radicalmente merced a que todas las fuerzas conservadoras, centristas y de izquierda se unieron para que Chirac obtuviera un aplastante victoria. 

Esta vez, su hija tiene a su favor el hecho de que el 85% de sus electores expresan no tener ninguna vacilación al momento de comunicar su intención de voto por ella. Lo que habla, sin discusión, de los avances que ha logrado la derecha, en los últimos años. Aunque ella es, sin duda, la ‘estrella’ de los comicios, el ascenso en el último momento de Melinchon, con un discurso nacionalista y populista, pero desde la izquierda, promete darle sazón a la contienda.

Los franceses tienen, pues, la palabra.