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Aznar predica porque 'dio trigo': bajó impuestos, déficit y deuda

Un vistazo a las cifras del legado fiscal de Aznar. 

Un vistazo a las cifras del legado fiscal de Aznar. 
Aznar criticó el bagaje fiscal de Rajoy | Archivo

Las diferencias entre Mariano Rajoy y José María Aznar han vuelto a quedar de relieve a raíz de las declaraciones que hizo el exmandatario el pasado 9 de enero. Entonces, durante un acto con empresarios, Aznar afirmó que "impuestos altos, déficit y deuda son lo contrario del círculo virtuoso que necesita España".

Libre Mercado evaluó entonces el bagaje de Rajoy en estos tres campos. El hoy presidente aplicó la mayor subida de impuestos de la historia y, a pesar de estas medidas, ha registrado el déficit más alto de la Eurozona y el nivel de deuda más elevado del último siglo.

Desde el PP de Rajoy se defienden de estas acusaciones apuntando que el pico recaudatorio se alcanzó entre 2012 y 2014 y que en 2015 se aprobaron rebajas fiscales en IRPF y Sociedades. Además, voces cercanas al Gobierno suelen insistir en que el déficit que hoy registran las Administraciones Públicas es un 50% más bajo que en 2012, cuando Rajoy llegó a La Moncloa. En lo tocante a la deuda, el discurso oficialista sostiene que el pasivo estatal se ha estabilizado en el 100% del PIB y añaden que una parte del aumento de la deuda está ligado al pago de facturas atrasadas y a los fondos inyectados en el sector financiero, dos problemas "heredados" de los años de Zapatero.

Pero las voces más críticas en el campo liberal-conservador insisten en las tesis de Aznar y piden a Rajoy un mayor compromiso con el "círculo virtuoso" al que aludía quien fuera presidente entre 1996 y 2004. Eso sí: como dice el refrán, una cosa es predicar y otra dar trigo. Por eso, conviene echar la vista atrás y repasar el legado fiscal del aznarismo. ¿Fue tan "virtuoso" como defiende ahora el expresidente?

Sí bajaron los impuestos

El Gobierno de Aznar aprobó dos reformas del IRPF. La primera se articuló a través de la Ley 40/1998 y la segunda mediante la Ley 46/2002. De acuerdo con FUNCAS, el efecto global de ambas rebajas impositivas fue una reducción del 33% en el tipo medio efectivo que pagaban los contribuyentes españoles. Funcas también ha concluido que, a raíz de estas reformas, los tipos marginales del IRPF cayeron un 27%, la renta neta de los hogares aumentó un 5,3% y el empleo aumentó en 117.000 trabajadores.

En el Impuesto de Sociedades, el grueso de las medidas se concentró en mejorar las reglas de cálculo del gravamen para conseguir una menor presión fiscal sobre los beneficios corporativos. Se amplió el umbral de facturación para que las empresas pudieran acogerse al régimen especial, pasando de 1,5 a 6 millones de euros, lo que benefició al 80% de las sociedades declarantes. Además, se introdujeron incentivos fiscales al I+D y se eliminó la doble imposición internacional, para que las empresas no pagasen dos veces por los beneficios obtenidos en el extranjeros.

Hubo otros recortes impositivos, como por ejemplo la supresión del Impuesto sobre Actividades Económicas para el 92% de las sociedades, lo que benefició a dos millones de pequeñas empresas y autónomos. Por otro lado, no hubo grandes cambios en el Impuesto sobre el Valor Añadido, que mantuvo su tipo de referencia en el 16%.

Durante estos ocho años, la recaudación total del fisco español pasó de 183.550 a 332.905 millones de euros. Este aumento de ingresos estuvo ligado al aumento de la actividad económica, en un contexto de crecimiento en el que el PIB per cápita subió de 16.000 a 25.000 dólares. Esto explica que la presión fiscal se mantuviese estable en el 38% del PIB y el esfuerzo fiscal reflejase un claro cambio a mejor para los contribuyentes (el Índice de Frank bajó de 23,95 a 15,5 puntos).

Sí bajó el déficit y el endeudamiento público

Desde su llegada al poder, José María Aznar insistió en la importancia de la estabilidad presupuestaria. Año tras año, su gobierno predicó con el ejemplo: el déficit del 6% que heredó en 1996 se había convertido en un superávit fiscal en 2004. De hecho, el descuadre en las cuentas cayó por debajo del 1% del PIB en el año 2000.

El grueso del ajuste presupuestario fue por la vía del gasto: mientras que la presión fiscal se mantuvo constante, el peso de las Administraciones Públicas pasó del 45% al 38% del PIB entre 1996 y 2004. Con ánimo de mantener en pie esta forma de gestionar, Aznar aprobó la Ley 18/2001, de 12 de diciembre, General de Estabilidad Presupuestaria, que fue complementada con la Ley Orgánica 5/2001, de 13 de diciembre.

El aumento del PIB y el fin del déficit fiscal ayudó a reducir la deuda del Estado, que ascendía al 68% del PIB en 1996, pero había caído al 45% en 2004. En todos los años de gobierno de Aznar se registraron descensos netos del peso de la deuda sobre el PIB.

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