Mariano Rajoy le hace un flaco favor a Isabel Bonig

Análisis

O cambia la política del nuevo presidente respecto a la financiación e inversiones, o este ejecutivo sin ministros valencianos acabará perjudicando al PPCV

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GVA

Evitaremos hacer una reflexión sobre el mal llamado “rajoyismo” o “marianismo”, sobre la conducta y pensamiento político, sobre la manera de hacer, del presidente Mariano Rajoy. Otros reputados periodistas como mi compañero Enric Juliana ya han diseccionado con acierto las características de un estilo, por denominarlo de alguna manera, que está creando escuela. Y que tiene como objetivo final el control absoluto de su equipo, tropa, estructura y proyecto político; lo que no debería tampoco sorprender. Se trata, al fin, de sobrevivir; y en ese terreno el presidente del Gobierno es, literalmente, un maestro. Hasta el punto de que la mayoría de los que criticaban su método, especialmente desde su propio partido, ahora lo alaban, e incluso lo imitan, que siempre es prueba de generación de discípulos.

Y ahora, conocido su gabinete, saltan las voces de alarma: no ha elegido valencianos en su equipo de ministros, decimos todos . Andaluces, castellanos o catalanes sí, pero valencianos no; ni ahora ni nunca (José Manuel García Margallo es un enamorado de Jávea y un tipo interesante, pero no es valenciano). ¡Pero si no lo hizo siquiera cuando Francisco Camps era president, y eso que el exlíder del PP valenciano le salvó la vida en el congreso de Valencia del 2008 y aún no había estallado la pestilencia de la corrupción! No se trata de que no confíe (o no se fíe) en los políticos del PP valenciano, teoría esbozada por Mónica Oltra; es otra cosa, es que Mariano Rajoy tiene claro que no poner un valenciano en sus filas no supone para él ningún coste político en su partido. Lo dicho, “rajoyismo” en estado puro.

Ser o no ser ministro valenciano

Tiene razón Jesús Montesinos, colaborador de diente afilado en La Vanguardia Digital, cuando advierte que ser o no ser valenciano no es lo importante, sino hacer cosas por Valencia se sea de donde sea. Pero es que los ministros no valencianos del PP, es decir todos, no han hecho en la pasada legislatura nada, en gestos o en decisiones (o en cariño), que denote interés por mimar a una geografía en la que su partido le aporta casi un millón de votos. La lista de agravios es amplia y puede iniciarse con la carencia de inversiones y finalizar con la falta de ayudas al transporte metropolitano (recordemos el túnel pasante) o al Palau de les Arts, por poner algunos ejemplos. Lo de la financiación autonómica es caso aparte y ya lo hemos abordado con mucho interés en otros artículos.

Cristóbal Montoro. Hay que reconocer que Mariano Rajoy ha realizado toda una declaración de intenciones al confirmarlo en la cartera de Hacienda. Es posiblemente el político más antipático de su ejecutivo, así en Valencia como en el resto de España; pero tiene respecto a nuestra geografía, asfixiada en lo financiero, una tensión especial. Su continuidad es, en este sentido, un alivio para el ejecutivo del president Ximo Puig, pues es justo el elemento que necesita el nuevo relato de la Generalitat Valenciana para alimentarse, de manera justificada. De alguna manera, Rajoy le ha hecho un favor a Puig, quien aún anda curándose las heridas provocadas por la abstención socialista en la investidura del nuevo presidente del Gobierno. Pues o el reelegido presidente del Gobierno cambia radicalmente su posición respecto a este asunto - la financiación de los valencianos, claro - o el Consell valenciano tendrá argumentos suficientes para disparar su discurso. Aunque visto de otro modo, de seguir con su línea en la pasada legislatura, Mariano Rajoy seguirá agraviando a los valencianos, lo que tampoco es buena noticia. Atentos a la batalla por la financiación que se avecina.

Flaco favor al PP de Isabel Bonig

A quien no le hace ningún favor Mariano Rajoy es al PP valenciano. Si es cierto que Isabel Bonig está realizando un evidente esfuerzo por modificar la estructura del partido, mantener la tropa unida y tragar los sapos de los casos de corrupción, no ha habido premio. Lo esperaban, cierto, y hubiera sido un gesto, un motivo de reconocimiento a una fuerza autonómica que está realizando la travesía del desierto con más solidez de la que se esperaba por parte de la izquierda (de hecho no son pocos los que temen que el PP pueda recuperar la Generalitat en el 2019). A Mariano Rajoy todo esto le ha dado igual. ¿Podría haber ayudado al PP valenciano haber nombrado un ministro de esta geografía? Quien diga que no, no tiene ni idea de política. Claro que hubiera ayudado al PP valenciano y a su líder, y hubiera confirmado una cierta “visión territorial” (como también apunta Juliana) del líder del PP nacional. Pero el “rajoyismo” o el “marianismo” no piensa en estos términos.

Queda aún el segundo escalón por nombrar, los secretarios de Estado, y tal vez en esa Segunda División del ejecutivo español pueda elegirse algún perfil valenciano que amortigüe la sensación de que a Mariano Rajoy le importa poco el destino de su partido en la Comunidad Valenciana. O queda también observar las políticas del nuevo gobierno, y si estas pueden paliar el grave déficit en inversiones, en financiación y en cariño que sufren los valencianos por parte de la cúpula del PP español. De lo contrario, resultará que a quien más beneficiará Rajoy es a Ximo Puig y a su justificado discurso reivindicativo, que es un discurso justo vistas ciertas evidencias. Y a quien más perjudica es a un PP valenciano que otea el horizonte con una esperanza que Mariano Rajoy parece querer truncar, al menos en las formas. Pero lo dicho, a nadie debería sorprender, puro “rajoyismo” o “marianismo” o como se le quiera llamar.

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