Estos locales tienen mucha historia

BETANZOS

Loli tras la barra del bar Leonardo de Cambre
Loli tras la barra del bar Leonardo de Cambre PACO RODRÍGUEZ

Han sobrevivido a guerras y a todas las crisis posibles. Pero continúan ahí, al pie del cañón, abriendo sus puertas cada día para los clientes. Y lo hacen desde hace muchos años, incluso más de un siglo en varios casos. Son algunos de los negocios centenarios (o casi) que hay en la comarca

03 nov 2016 . Actualizado a las 10:42 h.

Cruzar las puertas de estos negocios es como viajar en el tiempo. Han sobrevivido al paso de los años, al cambio de la sociedad, a la evolución del mundo. Pero se mantienen paso a paso. O cunca a cunca, como en casa Leonardo, en O Temple. Este conocido bar de Cambre es uno de los locales centenarios de la comarca. Loli Fiaño lleva 21 años trabajando en el bar y es la encargada de que casa Leonardo siga siendo? Casa Leonardo. «Hace años había muchísimo movimiento por las mañanas. Venían mucho los que trabajan en el puerto arenero. Pero todo eso se acabó y la cosa cambió mucho». En este bar se siguen sirviendo cuncas de Ribeiro, «como toda la vida», y se preparan unos callos «muy famosos» típicos de la casa. «Ya no quedan muchos locales de este tipo y los que sobreviven hay que intentar mantenerlos, tienen algo especial, son más familiares», asegura Loli.

De generación en generación

Raimundo Núñez Faraldo es la quinta generación al frente de la ferretería A Cabeza do Cabalo, fundada en 1877. «Es un milagro total que sigamos abiertos». Este histórico negocio de Betanzos sigue vendiendo a granel como hacía su tatarabuelo hace 139 años. «Para muchos es una gran ventaja y ya casi no quedan sitios que lo hagan. Hay hasta quien nos pide ‘‘dame tantos gramos de clavos’’», que Raimundo pesa en una balanza de otro siglo. El suelo de cantería y el mostrador de la madera siguen igual, como hace más de cien años. Fue su tatarabuelo Raimundo Núñez el que empezó el negocio. «Desde entonces la tienda siempre estuvo atendida por un Raimundo», sonríe Raimundo? tataranieto. Con su primo Ignacio tratan de regentar esta ferretería de nombre Raimundo Núñez, pero que todo el mundo conoce como A Cabeza do Cabalo por la figura de un equino blanco que cuelga de la fachada, y que su tatarabuelo se trajo de Alemania a principios del siglo XX.

Raimundo y su primo Ignacio, en la ferretería, fundada en 1877
Raimundo y su primo Ignacio, en la ferretería, fundada en 1877

Para Raimundo, lo mejor de un negocio tan antiguo como este es la gente que se encuentra en el camino. «Tengo un cliente de 80 años que vive en Brasil y que cuando viajó a Betanzos entró en la tienda y se emocionó porque se acordó de que venía a la ferretería con su padre cuando tenía 5 o 6 años».

Pero no solo viven de la nostalgia, también de «solucionarle la vida a la gente». «Para muchos somos el último recurso y la mayoría de las veces acaban encontrando aquí lo que no venden en otros sitios», asegura Raimundo. «Incluso me llegaron a decir: ‘‘¡Le has ganado a Ikea!’’».

Las propinas, para el nieto

Es difícil encontrar a alguien que hable con tanto entusiasmo de su trabajo 70 años después. «Si sigo aquí es porque me encanta». Jaime Rey es zapatero casi desde que tenía uso de razón. Aprendió el oficio cuando aún llevaba pañales. Le enseñó su padre, Ramón Rey, que en 1931 inauguró el taller de reparación Ramoné en la rúa Travesa de Betanzos. «Fue la mejor carrera que me dio». Hace unos años se tuvo que mudar de local «por problemas patrimoniales» a otro en la misma calle, pero en su nuevo taller conserva los mismos utensilios que ya empleaba su padre. También una máquina de coser Singer «de las que ya no se encuentran». «¡Mira cómo cose, esto es una maravilla!». En una entrevista le contó a La Voz que la gente se olvidaba de recoger los zapatos: «Es cierto, lo siguen haciendo. Mira, estos dos pares nunca vinieron a por ellos».

Jaime Rey sigue con el taller que abrió su padre
Jaime Rey sigue con el taller que abrió su padre

Su cabeza es un ordenador. «No anoto nada, sé siempre de quién es cada par de zapatos que tengo en mi tienda». En una latita guarda unas monedas. «Las propinas son para mi nieto. Me encantaría que aprendiese el oficio».

Bodegas de las de antes

Ya quedan pocas bodegas como la que regentan los hermanos Jaime y Ana Milagros Pampín en Arteixo. «Somos la cuarta generación que se encarga de Bodegas Pampín». Fue su bisabuela la que montó el negocio en los años treinta. «Antes esto estaba lleno de depósitos de vino de 10.000 o 5.000 litros que se vendía a granel y se repartía en coche por toda la zona. Por A Coruña y por A Laracha. «Aún recuerdo cuando mi padre si iba con el coche cargado. Ahora el negocio es diferente, más duro, hay más competencia».

Los hermanos Pampín, en su bodega
Los hermanos Pampín, en su bodega

Los tiempos cambian y ellos se adaptan. Bodegas Pampín sigue sirviendo vino, porque, «afortunadamente, aunque pasen los años, el vino sigue gustando», asegura Ana Milagros Pampín.

Un edificio modernista de 1912

Si hay un local que rezuma historia solo con pestañear ese es La terraza de Sada, todo un símbolo del municipio desde hace casi cien años. Aunque el edificio se levantó en los jardines de Méndez Núñez, de A Coruña, en 1912, fue trasladado al paseo marítimo de Sada en 1920.