La insana y codiciosa búsqueda del ‘perro perfecto’

La endogamia usada para fijar características genéticas ha hecho que muchos perros de raza sufran graves enfermedades y trastornos

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Los bulldogs franceses, perro de moda este 2016

MAIKA 777 / Getty

Hoy en día existen alrededor de 350 razas de perros reconocidas, de los tamaños y formas más variadas. Ya antes de la Edad Media, el hombre comenzó a seleccionar las razas para mejorar el rendimiento de los perros utilizados en la caza o la protección del ganado. Desde el siglo pasado, sin embargo, la selección a menudo ha degenerado en la búsqueda de una supuesta perfección, fundada únicamente en criterios estéticos humanos y no funcionales.

Algunas razas han vivido modas pasajeras relacionadas con fenómenos sociales: el Collie de pelo largo (Lassie), el Pastor Alemán (Rin tin tin), el Dálmata (Los 101). Ahora es le turno de los Bulldog franceses, casi más numerosos que las palomas.

Un dato vergonzoso

España es el país donde se producen más abandonos de perros de toda Europa: hasta 150.000 al año. “Alrededor del 20% de los abandonos involucra a perros de raza, por problemas de comportamiento o enfermedad”

Las modas, sin embargo, también se notan en las llegadas a las perreras, como confirman las Protectoras de Sabadell y Barcelona: “esta es la época de los Pitbuls y de los American Staffordshir e”, estos últimos víctimas en un 40% de ataxia cerebelosa, una grave enfermedad neurologica.

España es el país donde se producen más abandonos en Europa: hasta 150.000 al año. Las Protectoras aseveran que “alrededor del 20% de los abandonos involucra a perros de raza, por problemas de comportamiento o enfermedad”.

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La búsqueda de la ‘belleza’ a expensas de la salud

En la búsqueda del estándar se ha practicado ampliamente la endogamia para fijar ciertas características genéticas. Los ganadores de concursos tienen una descendencia desproporcionada y la variabilidad genética ha disminuido drásticamente desde 1950, provocando la aparición de numerosas malformaciones y enfermedades. Así, los perros se han convertido en verdaderos campos de investigación para el estudio de las enfermedades genéticas.

El Epagneul papillón sufre con frecuencia de epilepsia; los Bulldogs, debido al desarrollo excesivo del cráneo, sólo pueden dar a luz por cesárea y tienen problemas respiratorios. Otras razas con orejas demasiado largas o la piel demasiado abundante padecen infecciones. A las enfermedades se añaden el empobrecimiento de la capacidad comunicativa y la alteración de las interacciones sociales.

El criador interesado sólo en el beneficio produce una camada tras otra, forzando a la hembra a parir sin cesar y sin preocuparse por la consanguinidad o cualquier enfermedad transmisible a los descendientes.

El British Kennel Club, la organización cinológica encargada de la selección y estandarización de las razas caninas más antigua del mundo, ha declarado recientemente que “cada perro debe ser capaz de ver, respirar y moverse sin molestias o dolor”. Se trata de un avance positivo hacía el abandono del extremismo estético en detrimiento de la salud. Los criterios de evaluación de los concursos caninos, de hecho, influyen en la demanda del mercado, a la cual los criadores acaban adaptándose si quieren vencer.

Un ejemplo de la deriva por concurso es el Pastor alemán. Hace sólo 50 años era un perro fuerte, robusto, con un carácter muy estable y equilibrado; luego la raza ha sido dividida en dos ramas genéticas separadas: los perros de concurso y los de trabajo.

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Los primeros son animales temerosos, poco equilibrados, afligidos por problemas físicos como la displasia de cadera. Los segundos han mantenido sus prerrogativas, tanto mentales como físicas, pero se consideran ‘feos’ y su extraordinaria energía no se puede conformar con el paseito por el barrio.

El negocio de los perros de raza

La Real Sociedad Canina Española (RSCE) registra casi cien mil perros de raza al año, sin por ello garantizar que provengan de un criador establecido legalmente. La asociación internacional Eurogroup for Animals calcula que “hasta dos tercios de los perros de raza en Europa vienen de criadores irregulares”, sin contar los particulares, que emiten en el mercado miles de cachorros sin ningún tipo de control. Un negocio de más de 50 millones de euros al año.

Criterios absurdos de una barbarie antinatural

Con demasiada frecuencia sucede que perros enfermos, pero ‘bellos’, se utilizan para la reproducción, mientras que animales sanos, pero ‘feos’ (que no cumplen el estándar de la raza) se suprimen

El coste de un perro de raza de cría puede oscilar entre 800 y 1.500 euros, con puntas de 25.000. La difusión de fenómenos como el tráfico de perros de raza procedentes de la Europa del Este nace precisamente de la creciente demanda de animales con pedigrí a precios bajos, comprados a veces con propósitos especuladores y que acaban siendo ‘cachorros de cristalera’. Los criaderos ilegales no hacen una selección adecuada y son responsables del nacimiento de animales enfermos.

Existen también criadores responsables. Jane Moore, que cría la antigua raza del cirneco del Etna en el norte de Italia, cree que “dar tus cachorros a una tienda no es ético porque no puedes saber dónde y cómo van a terminar” y que “hay que programar un apareamiento sólo cuando se tiene la certeza de que al menos el 80% de los cachorros ha encontrado una casa. Además el criador debe cuidar a los que se quedan, hasta dar con una familia adecuada”.

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Con demasiada frecuencia, sin embargo, sucede que perros enfermos, pero bellos, se utilizan para la reproducción, mientras que animales sanos, pero feos (que no cumplen el estándar de la raza) se suprimen. El criador interesado sólo en el beneficio produce una camada tras otra, forzando a la hembra a parir sin cesar y sin preocuparse por la consanguinidad o cualquier enfermedad transmisible a los descendientes.

El problema es nuestro

Aún así, antes de juzgar a los criadores, que responden a una demanda de mercado, tal vez deberíamos preguntarnos por los que crean esta demanda. No es raro escuchar motivar la compra, por ejemplo, de un toy dog (los perros miniatura) “porque así no tengo que sacarle a pasear y puede hacer sus necesidades en casa como los gatos”. Pero un perro no puede ser un gato.

El zoólogo y premio Nobel Konrad Lorenz en su clásico ‘Cuando el hombre encontró al perro’ denuncia las pulsiones narcisistas y estéticas que a menudo llevan a desear un perro: “Belleza e inteligencia son dos cualidades tan raras de encontrar individualmente que es muy improbable tenerlas juntas en los máximos niveles, tanto en los perros como en los humanos. Un animal mestizo, inteligente, fiel, con agallas y temple, da a la larga muchas más satisfacciones que un pura sagre que ha costado una fortuna”.

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