La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista a Domingo Viera

"Vivimos una época de condiciones tan precarias como hubo durante la aparcería"

"Cerramos la carretera que enlazaba el sur con la capital hasta que el alcalde firmó un papel con mejoras", asegura el exsacerdote y trabajador social

Domingo Viera, ayer durante su ponencia en la Casa del Agricultor. JOSÉ CARLOS GUERRA

¿Cómo eran las condiciones de vida durante las aparcerías en la Isla en los años 60?

Cuando empezó el cultivo del tomate en la Isla, fue sobre todo en la zona sur y faltaba mano de obra, por lo que las empresas iban por los pueblos y traían a familias enteras a trabajar. Como no había dónde vivir en la zona, los trabajadores crearon las cuarterías, que no tenían condiciones mínimas de habitabilidad. No había luz eléctrica, agua corriente, transporte, escuelas ni guarderías. Eran condiciones inhumanas y lamentables.

¿Hasta cuándo se vivió así?

En el 70 se firmó la norma de obligado cumplimiento y mejoraron las condiciones. Se recibían mejores ingresos, por los que unos se hicieron viviendas en los pueblos cercanos y otros se quedaron y mejoraron las cuarterías. Aún así, en el 79, cuando las primeras elecciones, las condiciones de vida seguían siendo precarias. No sé hasta cuándo, porque fue un cambio lento a medida que las condiciones mejoraron.

¿Qué estrategias llevaron a cabo para conseguir el cambio?

Las luchas se hicieron en la dictadura, sin sindicatos y clandestinas. Creamos comisiones de trabajo, nos reuníamos de noche y nos organizábamos, lo que era difícil, porque no se podía difundir la información. Había gente con bastante conciencia que mantuvo la movilización y la lucha durante mucho tiempo.

¿Funcionó?

Para que se firmara la norma, hubo una gran movilización. Fueron aparceros de toda la Isla a la capital y ocupamos el sindicato vertical. Nos encerramos allí para exigir el cambio, y hubo una negociación con los empresarios del tomate. No se llegó a un acuerdo, por lo que el magistrado dictó la norma que hizo las mejoras, aunque no fueran del todo buenas. Se consiguió algo histórico para la vida y el trabajo.

¿Qué se hizo con las escuelas?

Fueron años planteando cosas en el Ayuntamiento y en organismos sin que nos hicieran caso, hasta que decidimos reunirnos en asamblea y solicitar la presencia del alcalde de San Bartolomé de Tirajana para exigir que se hicieran las escuelas que quitaron en El Matorral. El alcalde no apareció y cerramos la carretera general, la única que enlazaba la capital con el sur. Estuvimos así hasta que vino y firmó un papel comprometiéndose a hacer la escuela en 15 días. Fue una lucha en la que participó la comunidad educativa, la cristiana, los aparceros, los niños que necesitaban escuelas y colectivos de trabajadores de otros sitios muy solidarios.

¿Por qué se implicó usted?

En esa época era sacerdote durante seis años, y estaba en la Parroquia del Castillo del Romeral y Juan Grande. Viví en mi propia carne esa situación y estaba comprometido con esos procesos y con la gente que lo estaba pasando mal.

Asegura que hay similitud entre lo vivido y la actualidad.

Vivimos una situación muy similar. Antes las familias tenían que trasladarse de su domicilio a una zona nueva y extraña con esas condiciones, hoy los jóvenes se van fuera a buscar un trabajo. Entre 2008 y 2015 la emigración ha crecido a 480.000 personas que están, también, en condiciones precarias. En cuanto a viviendas, no hay condiciones infrahumanas, sino que hablamos de desahucios que han sufrido 286.130 familias entre 2006 y 2012. Por otro lado, los recortes en educación y sanidad. Antes no habían centros de salud o médicos de familia, hoy hay malas condiciones y largas listas de espera. Antes una dictadura y hoy la ley mordaza.

¿La sociedad está dormida?

Ha habido un proceso que nos ha llevado a tener una sociedad pasiva. Las nuevas generaciones han crecido con un espíritu individual donde la unidad y la solidaridad están algo olvidadas. También la desgracia de los sindicatos, que han metido tanto en el sistema que han descuidado la movilización o la formación. Hay que ser autocríticos, porque el sistema nos ha comido la vida, lo que ha contribuido a la desmovilización de las luchas. Tenemos que ver por qué esta pasando esto y retomar la conciencia, porque la movilización viene después. Hay que despertarla informando de las cosas y formándonos sobre ellas.

Compartir el artículo

stats