Modric, el jugador al que Benítez quería enseñar cómo golpear el balón

Real Madrid

El croata es, junto a Karim Benzema, la pieza que ha impedido que el Madrid se haya descolgado definitivamente de la liga

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Luka Modric celebra su gol ante el Granada

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Una de las cosas que más sorprendió y molestó a la plantilla del Real Madrid de Rafa Benítez era el constante empeño del entrenador en enseñar a sus pupilos detalles técnicos del juego. Así, por ejemplo, a Benítez le dio en la pretemporada por indicarle a Cristiano cómo debía lanzar las faltas o posicionarse para rematar bien de cabeza. A Luka Modric pretendió darle un cursillo acelerado de cómo golpear bien el balón con el exterior de la bota. Fue por detalles como estos que el ex entrenador se ganó a pulso su condición de pesado y el mote que le puso la plantilla: “el diez”, porque era el único que hacía todo correctamente, de acuerdo a la ortodoxia del propio Benítez.

Ahora que ya Benítez empieza a ser sólo una lejana pesadilla -fue cesado el 4 de enero- algunos de sus expupilos no tienen reparos en reconocer que se sienten liberados. Zinedine Zidane no les llena la cabeza de obligaciones tácticas. “Les doy un par de recados antes de salir y con eso basta”, reconoce el nuevo técnico francés. Modric, que fue el primero en admitir que el cambio de entrenador les había venido estupendamente es, junto a Karim Benzema, el hombre de moda, la pieza que ha impedido que el Madrid se haya descolgado definitivamente de la liga con una actuación descollante en Los Cármenes: 60 pases, (de ellos el 85% con acierto), cuatro recuperaciones y tres remates a puerta, uno de ellos un derechazo desde veinte metros a cinco minutos del final que se coló por la escuadra de Andrés Fernández y que le dio la victoria a su equipo cuando apenas le quedaban recursos ofensivos. Como reconocía con ironía uno de sus compañeros en el vestuario granadino: “Menos mal que Benítez le enseñó a golpear el balón”.

“Modric es imprescindible, uno de los que forman la columna vertebral del Madrid”, dijo en la zona mixta el capitán Sergio Ramos antes de liarse con las palabras: “Nos viene bien tener la pólvora mojada”. Es uno de los sinos de Modric, siempre más alabado de puertas adentro que hacia fuera, un futbolista cuya lesión la temporada pasada, a juicio de los técnicos del club, privó al equipo de conseguir algún título.

Fichado por imposición de Mourinho, el Madrid pagó por el centrocampista croata 30 millones de euros al Tottenham en el verano del 2012. Su debut no pudo ser más afortunado, en la vuelta de la Supercopa de España con victoria sobre el Barcelona (2-1) en el Bernabeu que hizo buena la derrota (3-2) de la ida. Iba a ser el último trofeo oficial de Mou con los blancos. Desde entonces, el croata de Zadar se ha revelado una pieza clave en el centro del campo. Jugó 33 partidos de la liga en su primera campaña; 34 en la segunda y sólo 16 en la tercera, la pasada, la de su lesión. En ésta, va por 22 pero sólo lleva un tanto, el que marcó ayer al Granada, su gol más importante de blanco desde el que marcara en Old Trafford en su primera campaña para encarrilar una eliminatoria ante el United. Es su asignatura pendiente. Y su falta de gol viene de lejos. En cuatro años con los Spurs de Londres únicamente anotó 13 goles. El jugador reconocía esa carencia tras el partido del domingo: “Zizou me ha dicho que tengo que chutar más y estoy de acuerdo. Es lo que hice. Y a la tercera entró. Ha sido uno de los mejores goles de toda mi carrera”. A sus 31 años, el croata fue renovado en el 2014 hasta el 2018. A día de hoy, el Madrid no puede prescindir de él.

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