Los jubilados se han convertido en un soporte fundamental para sus hijos y nietos durante este crisis. Según documenta una encuesta realizada por Gadeso, el 59% de los mayores de 65 años con recursos económicos medios y el 52% de los del segmento de ingresos más bajo aseguran que durante esta recesión han tenido que ayudar económicamente a sus hijos, bien entregándoles dinero o bien auxiliándoles en el pago de la hipoteca, de facturas o de compras del día a día. Entre los mayores con un nivel alto de ingresos la necesidad de apoyo se reduce a un 23% de las familias. Y hay situaciones más extremas, como que el 14% de los pensionistas de clase media y el 21% de los de bajos ingresos reconozcan que han tenido que acoger a sus hijos en casa como consecuencia de la crisis.

La encuesta analiza la percepción que los ancianos tienen de su propia situación socioeconómica. Una de las conclusiones es que los mayores de 65 años se ven a sí mismos como los más damnificados por la crisis (es la respuesta que dan el 51% de los encuestados), mientras el 25% cree que los más perjudicados son los parados, seguidos de los jóvenes (20%). Ese malestar con su propio contexto económico cristaliza en que el 65% de los jubilados del nivel de ingresos más bajo y el 56% de los de clase media afirman que están preocupados por la disminución de recursos que han sufrido en estos años de recortes. Aunque lo que más preocupa en todos los segmentos adquisitivos es llegar a un estado que les haga depender de otras personas (es el temor del 73% de los mayores del nivel alto de ingresos, del 66% en el caso de los de clase media y el 57% de los que salen adelante con menos dinero).

Servicios públicos

El estudio muestra igualmente las grandes diferencias que hay en la valoración de los servicios públicos en función de la situación económica. Los ancianos más acomodados le dan una importancia de seis puntos sobre diez a los servicios sanitarios, que en cambio los mayores con menos recursos consideran indispensables (9,5 puntos sobre 10). Se parecen más en cambio las notas que le dan a la calidad de la atención de salud que reciben, que oscila, según segmento de poder adquisitivo, entre los 5,4 y los 6,5 puntos.

Los servicios que más dejan que desear, según los encuestados, son los relacionados con dependencia, que reciben una nota de 2,4 puntos sobre 10 entre los jubilados de clase media y de 2,5 puntos en el caso de quienes detentan menos recursos. Es en estos dos tramos económicos en los que se considera prioritaria la mejora de la calidad y la accesibilidad de los servicios públicos, así como el incremento de la cuantía de las pensiones.

Y en esto, el dinero que entra con las pensiones, las percepciones varían sustancialmente. Mientras el 89% de los jubilados con bajos ingresos considera que las pensiones son claramente insuficientes, entre los que más tienen solo el 34% cree las percepciones escasas. En el segmento intermedio, son el 77% quienes sostiene que las pensiones actuales no dan para salir adelante.

Gadeso pregunta a los pensionistas si en tiempo de crisis los jubilados deberían tener la opción de seguir trabajando, para conseguir más recursos para los suyos. Aquí las respuestas difieren de forma clara según los segmentos económicos. Quienes menos tienen, dicen en un 43% de los casos que se debería permitir a los mayores de 65 años seguir trabando, algo que solo ven preciso el 26% de los mayores que integran el mayor nivel de ingresos. Aunque la opinión más extendida en los tres segmentos económicos es que una persona mayor debe dejar el empleo para dar paso a los más jóvenes (o eso dicen entre el 55% y el 60% de los encuestados).