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Contundente actuación con Miuras del colombiano Luis Bolívar en Pamplona

El torero colombiano Luís Bolívar actuó en Pamplona con gran acierto, frente a toros de la mítica ganadería de Miura, cortando la única oreja en el último festejo de la feria, con elogios de quienes le vieron, sobre todo la elegante pluma de Zabala de la Serna en el Diario El Mundo.

Miura venía a cerrar la Feria del Toro como tótem. Dos toros buenos en miureños -segundo y sexto-, poco pienso por aquello de «es que los miuras son así», menos fuerza y mucha cara. Un equilibrio curioso.

En la ecuación puso orden Luis Bolívar, inteligente veterano. Manejó superiormente el sentido de las distancias con un noble y cárdeno miureño. Bien plantada la plata y la planta. Bolívar es de la tierra de Alberto Salcedo Ramos, literatura hecha periodismo: 'El oro y la oscuridad' y 'La eterna parranda'. Pasen y lean. Colombia pura. Enfrontilado Bolívar y a carta cabal. El volteretón en la suerte suprema lo precipitó todo. De la paliza se levantó el torero como si le hubiese explosionado una bomba en la taleguilla, desgajada de ingle a gemelo. Como si un bisturí hubiera trazado la linea de la muerte.

Esa carretera la recorrió Olivito por la mañana sobre la anatomía australiana de un gachó que entre Estafeta y Mercaderes volvió a nacer. Nunca se había visto un toro perseguir a una presa en sentido contrario al recorrido del encierro ni con tanta saña ni olfato de tiburón... Y en la tarde resultó una malva salinera. Esaú, el muchacho de Camas, como si le hubieran contado la madrugada, no asentó las zapatillas ni una vez ni le dejaba meter la amplia cara de 'Olivito', que fue la norma de la miurada pamplonesa. Lo pinchó de aquí a la eternidad y el esfuerzo de haberse ido con el anterior de antigua lámina a portagayola se quedó en nada. ¡Ay, Esaú, criatura!

Del volteretón, regresó Bolívar al salinero quinto con pantalones de monosabio. Ni 'jeans' ni vaqueros para tapar la taleguilla reventada. Brindó a Los del Río, sinónimo de buen bajío. Y escapó del tontón miura, que jamás descolgó, con destreza y esgrima. Al paso lo cazó con la espada y se subió al carro de los elegidos.

A falta de David Adalid, ni Javier Castaño ni su cuadrilla fueron nada. Como si Adalid fuese el comandante en plaza... La potencia se ausentó de su lote, incluso del larguísimo cuarto de casi 600 kilos que también besó la lona. O la arena.

Quedan en julio los ecos de un soberbio Miguel Ángel Perera, a años luz del resto; la inteligencia de El Juli; el triunfo largo en orejas de Iván Fandiño; el talismán pirata de Padilla; la raza de Miguel Abellán; la revelación repescada de Pepe Moral; la clase de Pablo Hermosso de Mendoza; y otro año más donde el toro fue protagonista. El toro de la élite y los toreros de las altas esferas. Por eso mismo, de esta Feria San Fermín se puede pensar que cada uno está donde tiene que estar. Y las figuras lo son por algo.

Ficha del festejo

  • Monumental de Pamplona. Lunes, 14 de julio de 2014. Última de feria. Menos de 20.000 espectadores. Toros de Miura de enormes caras, muy desiguales remates en las hechuras de la casa; de muy poca fuerza y poder en conjunto; sin maldad ni bravura ni fondo; el 2º, de ir y venir en su distancia y a su altura, fue el mejor; también el 6º se desplazó en su buena condición miureña.
  • Javier Castaño, de blanco y oro. Dos pinchazos, estocada atravesada y tendida y dos descabellos (silencio). En el cuarto, media estocada algo tendida (silencio).
  • Luis Bolívar, de blanco y plata. Estocada contraria (oreja). En el quinto, estocada a toro arrancado y descabello. Aviso (silencio).
  • Esaú Fernández, de blanco y oro con cabos negros. Bajonazo (silencio). En el sexto, seis pinchazos y varios descabellos. Aviso (silencio).
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