La infanta Elena visitó ayer Valencia con el objetivo de presidir el encuentro de las cinco reales maestranzas de España y el deseo personal añadido de rezar ante la Mare de Deu dels Desemparats, de la que es devota desde hace años. Fue de hecho el primer acto de su corta estancia en la ciudad y el momento más emotivo. También su discreto baño de multitudes.

Su alteza real, elegante, de azul pavo, piso la Plaza de la Virgen a las 19,40 horas, ajustada a protocolo. La acompañaban el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra; la alcaldesa de Valencia; Rita Barberá; la delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León; y el teniente de hermano mayor de la Real Maestranza de Caballería de Valencia, José María Alvarez de Toledo. En su paseo de 40 metros tuvo ocasión de saludar a la poca gente que se acercó hasta la Plaza de la Virgen y ya en el interior fue recibida por el arzobispo de Valencia y por toda la curia de la ciudad, enfrascada estos días en los preparativos de la fiesta patronal.

Fue una visita corta, de apenas diez minutos, pero intensa. Con el camarín cerrado a la vista de los feligreses, doña Elena rezó durante dos minutos ante la Mare de Deu, besó su mano y escuchó la réplica de Osoro. También firmó en el libro de oro de la basílica, a la que ayer acudió en visita oficial pero a la que ocasionalmente acude a título personal.

«No es la primera vez que está aquí, viene de vez en cuando a rezar y ya es una devota de la Mare de Deu», explicó uno de los sacerdotes que la acompañaron. Ésta es, además, una real basílica, así que también es su casa», abundó.

Su devoción se manifestó incluso a la salida, cuando mandó quitar el «panel que tapa el camarín» para ver a la virgen desde abajo, con los muchos feligreses, turistas y curiosos que llenaban la iglesia y que le recompensaron su detalle con un fuerte aplauso.

Fue mucho y fue todo, porque a partir de ahí comenzó la parte más institucional de la visita. Con la misma compañía y con un paso acelerado por la presión de las protestas, se dirigió a la cercana Real Maestranza de Valencia, en la Plaza Nules, donde ya dejó de ser Elena para volver a ser un destacado miembro de la Casa Real.