Saul Bellow escribió que "la única curación segura es escribir un libro" y esa cita, entre otras, introduce el segundo volumen de memorias de Juan Cruz, Especies en extinción (Tusquets). Él ha terminado su libro, pero no ha sanado del todo, reflexiona ante un café negro y espeso, porque "todo aquello que alude a la curación y la felicidad es aspiracional".

Cientos de nombres de la cultura del siglo XX transitan por las páginas de este volumen de recuerdos, escrito en un momento "complicado" de su vida, después de que, como en la novela de Delibes, le hayan sacado la hoja roja. "Veo, por influjo de lo que pasa alrededor, una enorme incertidumbre", afirma a Levante-EMV, mientras enseña la frase que ha escrito en su pequeño cuaderno negro nada más levantarse: "Nadie sabe qué va a pasar".

Juan Cruz (Tenerife, 1948) está estos días en Valencia. Hoy (11.30 horas) presenta su libro en la Fira del Llibre de la mano de un viejo amigo, Fernando Delgado.

Primero fue periodista, luego editor (Alfaguara) para volver en 2005 a la prensa (El País, de nuevo, hasta el otoño de 2012). Ambas experiencias se funden en cada párrafo de Especies en extinción, título que no iba a ser tan catastrofista. "En realidad somos especies en peligro de extinción", dice. Y como no es una novela y se puede desvelar el final, cuenta que acaba parafraseando las últimas líneas de Cien años de soledad: "Ambos oficios tendrán una segunda oportunidad sobre la tierra".

"Lo creo de verdad -apunta-. Los libros han de llegar preparados para ser leídos, no en estado de barbecho, y los periódicos, en cualquier soporte, necesitan jerarquía, y los preparados para darla somos los periodistas y no el azar de una mecanismo algorítmico".

"Mirar, escuchar y hacer una historia". Así define en las memorias el oficio del periodista, el de antes y el de ahora, que pide no mirar por encima del hombro. "El periodismo ahora es mejor que nunca, pero hemos dejado que se diga que es peor. Los jóvenes están más preparados para interpretar lo que ven", asevera.

Los ojos del colaborador de Editorial Prensa Ibérica -grupo al que pertenece Levante-EMV- se encienden al compararle la revolución de internet con la de la imprenta. "Es una falacia montada desde los despachos de las grandes multinacionales cibernéticas". Si antes no hubiera nada, sería verdad, pero había libros, prensa o cine, insiste. Y pide huir del lugar común que permite pensar que internet "nos ha salvado de la Edad Media".

De los escritores, eternos inseguros solitarios, no desliza ninguna puya. Ninguno borró de su agenda y el libro, asegura, confía que se entienda como un homenaje a ellos.