Martínez Galvañ, de 50 años y natural de la localidad alicantina de Aspe, es licenciado en Filosofía y Letras, especialidad en Historia y, con anterioridad desarrolló su labor pastoral en La Marina y en la parroquia de San Pedro Apóstol de Buñol. En su nombramiento no ha tenido que ver si era o no aficionado.

«La verdad es que el arzobispo me nombró por el tema objetivo de la demarcación, ya que la plaza pertenece a esta parroquia. Yo acepté gustoso, aunque en puridad no soy todavía aficionado a los toros, si bien he ido con alguna frecuencia a plazas como las de Alicante, Córdoba y Valencia. Mis dos abuelos eran muy aficionados, sobre todo el paterno, quien tenía vinculaciones con la plaza de toros de Monóvar. Y luego les he oído hablar mucho de toreros como Belmonte, Manolete y los Bienvenida. De los de ahora, me gustaría ver sobre todo a José Tomás y El Juli, por todo lo que de ellos se cuenta».

Aunque no tiene una hoja de ruta prefijada para su nueva función, el nuevo capellán dice que «mi deseo es acercar la presencia de Dios y de la Iglesia al mundo de los toros. Que los toreros que pasen por la capilla sientan, en la figura del sacerdote, la cercanía de Dios y de la Iglesia. Como en otros ámbitos de la vida, en el toreo también se puede vivir desde la experiencia de la fe. Y quiero conseguir que toreros y aficionados sientan nuestra cercanía y la calidez de nuestro trato, y tengan simpatía por lo que hacemos y representamos. En definitiva, hacer llegar el rostro amable de la iglesia a un colectivo tan importante como es el taurino».

Martínez Galvañ destaca muchas virtudes en la tauromaquia: «El toreo transmite una serie de valores importantes y extrapolables a otras facetas de la vida. La valentía, el coraje, el afán de superación, la fuerza de voluntad, la decisión del ser humano, capaz de enfrentarse a un animal fiero y vencerle con la inteligencia y el arte».

El nuevo capellán debutó en la pasada feria de Fallas, cuando vivió diversas experiencias. «Pude comprobar que en este mundo del toro, la gente se alegra al verme. Muchos toreros se acercan a la capilla y al capellán para buscar una palabra de ánimo o de acogida en momentos tan comprometidos como son los instantes previos a hacer el paseíllo, cuando uno va a poner la vida en juego. Luego, cada espada tiene ya sus propios rituales. Unos rezan con mucho recogimiento, especialmente Enrique Ponce, y otros parece que pasan más del tema. Manzanares estuvo muy cariñoso, por mi condición de valenciano de Alicante. Casi todos ellos son creyentes, aunque no todos son practicantes».

Y aprovecha para anunciar la presentación oficial de la capellanía, que tendrá lugar el sábado 11 de mayo, coincidiendo con la corrida conmemorativa de la festividad de la Virgen. «A mediodía celebraremos una misa y bendeciré un nuevo crucifijo que colocaremos junto a la imagen de la Virgen de los Desamparados. Luego, mi intención estar todas las tardes de festejo en la capilla de la plaza, para recibir a los toreros, atenderles y ofrecerles la posibilidad de rezar todos juntos o bien acompañarles en silencio, respetando el momento personal de su oración. Y luego en el callejón seguir el festejo. También quiero estar cerca de los chicos de la escuela de tauromaquia y, en definitiva, de cuantos aficionados lo deseen».