Encallado en los 40 puntos, el Levante sobrevive a la zozobra de los puestos de descenso gracias a la treintena de puntos que consiguió acumular en la primera parte de la Liga. Eran otros tiempos. Los notables números cosechados entonces -nueve victorias, tres empates y siete derrotas-, nada tienen que ver con los de la segunda vuelta, en la que los registros son propios de un conjunto nominado a jugar la próxima edición de la Liga Adelante.

Desde el 20 de enero, cuando los de Juan Ignacio regresaron del Calderón con un 2-0 en contra, los de Orriols sólo han obtenido dos triunfos y cuatro empates en 14 encuentros. El resto, ocho partidos, se han saldado con derrota. Con estos paupérrimos marcadores -10 de 42 puntos-, el Levante es ya el segundo peor clasificado en lo que va de segunda manga del torneo. Sólo el Zaragoza posee peores estadísticas. Tras su agónica victoria el sábado, los maños han logrado ocho puntos. Por delante quedan el Mallorca y el Celta, con 11 y 12 respectivamente. Clubes, todos ellos, inmersos en una lucha sin cuartel por la salvación.

En busca del gol perdido

El bajón de rendimiento coincide con un grave problema ofensivo. Desde que Obafemi Martins emprendiese su aventura estadounidense, a mediados del mes de marzo, el Levante sólo ha sido capaz de celebrar tres tantos. El de Rubén valió los tres puntos ante el Sevilla y el de Acquafresca en Granada arañó un empate. Por contra, el de Míchel en el Bernabéu sólo maquilló la goleada blanca.

Nadie ha asumido la responsabilidad goleadora que dejó vacante el nigeriano, autor de siete dianas. Acquafresca no se adapta al sistema de juego y las otras alternativas, Roger y Valdo, siguen sin dar frutos.

El desgaste europeo

El Levante marca pocos goles porque pisa poco el área rival. El campo se le hace cuesta arriba. La feliz experiencia europea ha desgastado físicamente a la plantilla, en especial a Iborra y Diop. A falta de un recambio de garantías, la pareja ha sido exprimida en las tres competiciones, sin tiempo para detenerse a coger aire. También las piernas de futbolistas veteranos, como Ballesteros y Juanfran, han sido castigadas con muchos minutos. Los cuatro superan ahora los 2.000 minutos en Liga y han llegado al último tramo del campeonato fundidos.

Grietas en el vestuario

Si en el pasado reciente el vestuario "granota" se caracterizaba por su familiaridad y por los estrechos lazos de amistad que unían a sus integrantes, lo cierto es que esta temporada esa fortaleza grupal ha menguado. El aumento del número de extranjeros que no dominan el castellano y la marcha de jugadores que generaban buen ambiente dentro de la caseta han debilitado el ejemplar compañerismo de otras épocas.

Además, la figura de Juan Ignacio Martínez ha perdido fuerza entre los pesos pesados de la plantilla. Su gestión desde el banquillo ha llevado al Levante a alcanzar los mayores éxitos de la historia del club, pero sus decisiones no han gustado en exceso a algunos futbolistas. El año pasado la plantilla ya dejó al técnico fuera de las primas por objetivos.