¿Exigimos demasiado a los padres?

Puede ser, mi impresión es que los que se exigen mucho son los propios padres. Hay quien decide no ser padre por la dificultad de no alcanzar el objetivo, pero ¿cuál es el objetivo? Garantizar la salud, la educación, el bienestar, pero hasta donde se pueda llegar. No podemos garantizar que no vaya a tener una enfermedad, un conflicto, una ruptura o se quede sin trabajo. A un hijo hay que educarle en la vida y en cómo se va a llevar con los demás.

¿Cómo educar en un mundo en el que nada es seguro?

Pues en eso. Pero yo no creo que estemos en una crisis, creo que es un momento de cambio, de evolución, en un mundo cambiante. Las certidumbres con interrogantes son más interesantes.

Dice que sólo con querer no basta.

No basta. Solo con querer conducir no basta, hay que saberse las normas de la circulación. La gente tiene que saber cómo abordar una rabieta, los miedos a la noche, que un niño tenga grupos de amigos, cómo motivar para estudiar.

¿Estamos ‘bombardeados’ en exceso?

Nos llegan demasiados mensajes y hay que seleccionar. De vez en cuando hay que escuchar la soledad. A los jóvenes eso les cuesta mucho. Esta es una sociedad que está perdiendo el respeto por uno mismo y la intimidad. La gente sale a cenar y lo emite...

La vida en las redes sociales...

Y me preocupa la falta de cultura y la pobreza del lenguaje. A partir de esos mimbres a los niños nos toca sobre todo educarlos en el dilema, esta es una sociedad del dilema. En una situación de crisis, ¿a qué te comprometes? ¿vas a aportar parte de tu paga para los niños que lo están pasando mal?

«El mundo que dejaremos a nuestros hijos dependerá de los hijos que dejemos a nuestro mundo», escribe usted.

A los niños que están naciendo hoy el mundo se les va a quedar muy pequeño.

También sostiene «Estamos haciendo jóvenes como el cristal, duros pero frágiles».

Los informes de la OCDE advierten de que la principal causa de muerte en jóvenes de 18 a 24 años es el suicidio. En el caso de Marta del Castillo y otros lo que hay son celos, una no aceptación de un no, un nihilismo, un narcisismo absoluto.

¿A qué edad el menor deja de serlo, a los 18, los 16, los 13...? Hay tantas edades legales...

El tema del menor maduro es esencial. Un chico o chica no puede trabajar hasta los 16 pero tiene derecho a la intimidad con su médico, entonces no es lógico que le persigamos por un tatuaje o un pearcing. Tendríamos que aclarar qué es menor. Los padres tienen derecho a, sin que sean privativos de libertad, tener instrumentos y el legislador debe dárselos. Antes la autoridad estaba del lado de los padres, ahora su sensación es que lo tienen todo en contra.